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Vigor colorado

Por Luis Hierro López

La próxima elección se resolverá según cómo vote el Partido Colorado, que tiene la llave de los comicios, porque si crece, perderá el Frente Amplio.

Algunos adversarios del Partido Colorado y unos pocos encuestadores convertidos en analistas, se han apresurado a predecir maliciosamente una lenta agonía de nuestra colectividad, de la mano de los resultados electorales de las tres últimas elecciones nacionales que, efectivamente, no nos han sido favorables.

Pero esa comparación electoral no alcanza para desmentir 180 años de historia en los cuales el Partido demostró su vigor y capacidad para remontar adversidades, como ocurrió tras la derrota de 1958 o la de 1916, para mencionar dos mojones muy fuertes del siglo XX. Para los lectores más jóvenes, conviene recordar que en 1958 el Partido perdió con los blancos y estuvo dos períodos de gobierno sin ganar elecciones, volviendo a hacerlo en 1966. Y en 1916, nada menos que don Pepe Batlle perdió la elección para integrar la Asamblea Constituyente que reformaría la Constitución. Los contemporáneos a esas elecciones creyeron seguramente que esas eran las peores derrotas posibles –hay testimonios históricos en ese sentido– pero el Partido se recuperó.

Ahora estamos otra vez en la encrucijada de reconstruir las posibilidades de nuestra colectividad. Como bien se afirma en un suelto de esta edición no debemos cometer el error de pensar primero en el candidato, el que surgirá naturalmente de las jornadas estrictamente preelectorales. Es tiempo ahora de reivindicar nuestra identidad ideológica y nuestra presencia política, recreando a la comunidad colorada, que hoy se encuentra fragmentada y desmotivada.

En circunstancias en las que parece prevalecer la cultura de lo instantáneo, en que populismos de izquierda y de derecha acosan a la razón de la democracia representativa, en que los partidos y otras instituciones parecen estar jaqueadas, me encuentro entre quienes piensan que, por el contrario, la corriente liberal y republicana que significa el Partido Colorado tiene plena vigencia y tendrá una importante representación electoral, si le damos a nuestras contraseñas históricas –libertad, república, batllismo– la actualización y vigencia necesarias.

El elector promedio quizás no tenga hoy elementos de juicio para diferenciar a los colorados de los blancos o del nuevo partido del señor Novick.

La tarea que tenemos por delante es enorme y es naturalmente política, pero es mucho más ideológica, ya que empieza por las ideas y por los valores, recordándole al país lo que somos y de dónde venimos –la muerte de Jorge Batlle encendió esos sentimientos– y reclamando para nuestro Partido el lugar que le corresponde, que es el de la libertad y el republicanismo. No hay otro partido que represente tan cabalmente esos principios que, pese al desconcierto que prevalece en el mundo y también en nuestro país, siguen siendo cardinales.
 
Pero con eso, con la restauración de nuestros valores y principios, lo que es mucho, no nos alcanzará, porque a ese respaldo tendremos que agregarle nuestras visiones claras sobre el porvenir: podemos convencer al país de que vamos a superar la mediocridad impuesta por el Frente Amplio con apuestas a la inteligencia y a la creatividad de los uruguayos. Con apuestas, en definitiva, a la auténtica libertad de las personas. Los colorados debemos articular una visión confiable y generosa del porvenir, eso que el batllismo siempre hizo.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.