El próximo domingo 19, se cumplen 185 años de la batalla de Carpintería. En el marco de ese enfrentamiento, entre las tropas comandas por Oribe y las comandadas por Rivera, surgieron las divisas, particularmente la nuestra. Desde ese entonces, con orgullo, los colorados nos denominamos como tales.
Hasta principios del siglo XX, cuando Don Pepe derrotó el último alzamiento armado nacionalista que comandó Aparicio Saravia, nuestro país fue un verdadero campo de batalla. La formación de las divisas, que posteriormente dieron lugar a la fundación de los partidos blanco y colorado, fueron una manifestación de esa lucha política entre bandos.
En la batalla de Carpintería, el 19 de septiembre de 1836, se usaron por primera vez los distintivos. Los oribistas lucieron la divisa blanca y los acaudillados por don Frutos, la colorada. Cuentan las crónicas históricas, que la celeste original desteñía y tendía a confundirse con la blanca, por lo que los partidarios de Rivera optaron por la colorada, cortada del forro de los ponchos.
Estrictamente, Carpintería marca el nacimiento de la divisa colorada, ya que la blanca nació por un decreto de Oribe del 10 de agosto de 1836, obligando a todos los ciudadanos a portar una vincha blanca con la inscripción "Defensores de la Leyes".
Hay quienes señalan -no sin razón- que esos dos bandos orientales comenzaron a perfilarse en los fogones artiguistas, en 1818, cuando varios oficiales cuestionan la estrategia de Artigas frente el invasor portugués y Fructuoso Rivera lo respalda, por lo que el Protector de los Pueblos Libres le entrega a éste el mando de las más poderosas divisiones del Ejército Oriental. Manuel Oribe, desairado, deserta y se retira a Buenos Aires junto a su hermano Ignacio y otros oficiales descontentos.
Otros, también con muy buenas razones, ubican el nacimiento del "coloradismo", no como divisa sino como visión política, en 1820, cuando Rivera, en una magistral lección de verdadero realismo político, pacta el armisticio con el invasor lusitano, pero logra una concesión estratégica: la preservación del Ejército Oriental. Si Rivera no hubiera pactado con los portugueses, la derrota se hubiera producido de todos modos y el Ejército Oriental habría sido aniquilado y disuelto por el ocupante. La preservación de la milicia oriental constituyó un factor crítico para lograr la expulsión de los brasileños un lustro después. Sin Ejército Oriental, la Cruzada de los 33 hubiera sido un gesto romántico destinado al más rotundo fracaso militar.
Otros, como Julio Herrera y Obes y Francisco Bauzá, lo ubican en 1832, luego de una fallida revolución contra el Presidente Rivera: "El Partido Colorado nació en 1832 con ocasión de la revolución que entonces estalló contra el General Rivera. (...) Su programa es el mismo de entonces: el engrandecimiento político, moral y material del país. Y adopta y proclama como medios conducentes a la consecución de tan gran fin el imperio de las instituciones, la realidad de las libertades públicas y la efectividad de los derechos y garantías individuales; la libertad de imprenta, la libertad de reunión y la libertad de sufragio".
Sea como fuere, en la Batalla de Carpintería nace la divisa colorada. Desde ese momento, los colorados nos denominamos como tales, iniciando la gesta de -como reza el artículo 1° de nuestra Carta Orgánica- "una colectividad política democrática fundada por Fructuoso Rivera, afirmada en la gesta de la Defensa de Montevideo, renovada por los ideales de justicia social de José Batlle y Ordóñez y organizada sobre la base del respeto a todas las tendencias".
Hoy, como ayer, pero más que nunca, seguimos en lo mismo: "el imperio de las instituciones, la realidad de las libertades públicas y la efectividad de los derechos y garantías individuales; la libertad de imprenta, la libertad de reunión y la libertad de sufragio".