|
A la caza de la Justicia, de un lado y del otro
El exfiscal Jorge Díaz, flamante prosecretario de Presidencia, reaparece con fervor para apurar a la Fiscalía y cuestionar su lentitud en el caso Conexión Ganadera. Sin embargo, cuesta ignorar que cuando ostentaba el mando absoluto de la Fiscalía General, su despacho pareció un cementerio de expedientes. Hoy, tras pasar sin rubor de fiscal general a socio de un estudio jurídico —y ahora al cargo de “tres” en Presidencia—, se muestra impaciente y exige celeridad en un caso en el que, casualmente, su entorno profesional tiene intereses directos.
Es difícil de pasar por alto. Como fiscal, Díaz concentró un poder inaudito: asignaba casos, premiaba y castigaba a sus subordinados, mientras algunos asuntos sensibles “dormían” en la maraña burocrática.
Apenas dejó la toga, se sumó a un bufete que litiga frente a los mismos funcionarios que él había comandado. Y, ahora, recién llegado a la Presidencia, presiona en un megacaso económico con el que el despacho para el que trabaja está profundamente involucrado.
Pareciera no haber límites. El exfiscal repite su libreto: una voz autoritaria que dictamina qué y cómo debe resolver la Fiscalía, como si fuese su feudo personal. Si este es el estilo de “transparencia” que nos aguarda, las alarmas comienzan a sonar... |
|
|