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El comienzo del fin del mundo
Por Fátima Barrutta
Una noticia relevante de esta semana fue la designación de Gabriel Oddone como ministro de Economía, en la eventualidad de que el Frente Amplio gane las próximas elecciones.
El candidato Yamandú Orsi tomó la decisión que hasta horas antes, siempre había dicho que tomaría recién después de ganar.
Significativamente, lo manifestó el mismo día en que una consultora privada informó que el país estaba sufriendo embates financieros, ante el temor de los inversores por el posible triunfo del plebiscito del Pit-Cnt y su segura afectación en las finanzas públicas.
Los analistas coincidieron en que el nombre de Oddone serviría al FA como un mensaje de confianza, para detener la huida de los pesos y el refugio en los dólares, que rápidamente se vio en las pizarras de las casas de cambios.
Paradójicamente, la disparatada iniciativa del Pit-Cnt hizo más para atenuar el llamado “atraso cambiario” que todos los reclamos de los exportadores en tal sentido. Pero la inseguridad del mercado financiero no es inocua: está claro que la sola posibilidad de que ese proyecto plebiscitario sea aprobado alcanza para dañar en gran forma la credibilidad del país.
Esta constatación se vio acrecentada luego por el extraño giro discursivo de Oddone, quien después de haber advertido con toda claridad sobre la inconveniencia del plebiscito, apenas fue presentado como eventual ministro salió a decir que si esa iniciativa triunfaba, “no era el fin del mundo” y que podría sobrellevarse a futuro. Dijo más: habló de que con su equipo ya está trabajando en un plan de contingencia, por si se produce ese resultado.
Ahí todos dejamos de entender definitivamente lo que estaba pasando: porque al decir eso, lo que hizo Oddone en el fondo fue respaldar el plebiscito que tanto había criticado antes.
El votante menos informado del Frente Amplio salió pensando entonces: si gana el Sí va a ser complicado pero Oddone lo va a solucionar, así que lo voto, ¡total!
La voltereta del economista es de una gravedad inaudita, y así lo manifestaron todos los dirigentes coalicionistas inmediatamente, empezando por nuestro candidato Andrés Ojeda.
Pero vea el lector cómo son las cosas: el argumento que dio Oddone al día siguiente, por esa extraña colocación de “paños fríos” ante un riesgo gravísimo para la economía, fue que tenía la (supuesta) responsabilidad de no generar pánico en los mercados.
O sea que para evitar que sigan las corridas del peso al dólar y continúen ahuyentándose las inversiones, la mejor solución para él no es explicarle a la gente que no debe votar tal disparate, sino al revés, decir que si gana no pasa nada. ¡Después de que él mismo alertó que el plebiscito causaría terribles daños! Realmente, es de locos. Y ahora está dedicado a invertir la carga de la prueba: se dedica a acusar a los dirigentes de los partidos de la coalición de hacerle daño a la economía, dando augurios de desastre (¡los mismos augurios que él daba hasta el lunes de tarde!).
La culpa entonces no la tiene la idea demencial del Pit-Cnt de embarcarnos en una reforma constitucional suicida, sino la tenemos nosotros, que advertimos a la gente que no la deben votar, por los peligros que entraña.
La frutilla de la torta la puso en un evento en el que participaron economistas de distintos partidos. Allí volvió a decir que si ganaba el plebiscito “no era el fin del mundo” y nuestro querido Isaac “Lito” Alfie le salió al cruce con una lógica devastadora: el plebiscito sería “el comienzo del fin del mundo” por lo que se traduciría en juicios internacionales contra el país, pérdida del grado inversor, confiscación de ahorros de un millón y medio de trabajadores, parálisis productiva de todos los proyectos financiados por las Afap, caída del salario mínimo nacional, endeudamiento, aumento de impuestos…
Cuando Oddone volvió a tomar la palabra, se limitó a decir en forma vacilante que prefería no seguir hablando del tema; No quiso contestar, lo lamentamos mucho.
Ahora más que nunca: no ensobrar la papeleta blanca. Decir no a los destructores de la economía que con tanto esfuerzo, tantos uruguayos hemos construido desde 1985 hasta el presente. |
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