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Disco rayado...

Mujica, ya sin ideas, se dedica a reciclar su viejo discurso que tantas reverencias cosecha en el exterior. Dijo recientemente que todos los presidenciables deberían, como lo hizo él, comprometerse a "donar su sueldo" y que la pobreza se resuelve "metiéndole la mano en el bolsillo a 50.000 tipos", pero que hay que tener "autoridad moral" para hacerlo (él dice tenerla). El asunto es por qué, si era tan fácil, no lo hizo cuando era Presidente...

Conocido fuera de fronteras como el "presidente más pobre del mundo", Mujica ha sabido explotar una imagen de humildad y austeridad que no se corresponde en lo más mínimo con la realidad. Detrás de cámaras, la escenificación de su modestia -como conducir un viejo Fusca o aparecer en chancletas en actos oficiales- es una cuidadosa estrategia de marketing político.

Mujica defiende su reciente propuesta insistiendo en la necesidad de que los más acaudalados aporten para solucionar la pobreza, un discurso que ha repetido en numerosas ocasiones. "Hay que meterle la mano en el bolsillo a 40 o 50 mil tipos que tienen posibilidad", afirma, pero ¿no es acaso esta una simplificación de un problema mucho más complejo y estructural? ¿Si era tan sencillo, por qué no lo hizo en su gobierno? ¿Por qué no lo hicieron en los 15 años que gobernaron?

La retórica mujiquista, aunque popular, no ha logrado traducirse en un legado de cambios profundos y duraderos para Uruguay. La pobreza y la desigualdad siguen siendo temas pendientes, y los gestos simbólicos y demagógicos (lo hace Mujica pero también Trump y Bukele), no son suficientes para resolver temas tan complejos como la pobreza, que a todos nos duele.

El gran problema -para Mujica y el frentismo todo- y la gran conclusión -para cualquier observador atento- es que no tienen ningún plan, ningún proyecto, solo burdo voluntarismo...

Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.