Y, ¿Por qué no te callas?



De pronto, desde el fondo del cuasi-anonimato, retornó Daniel Martínez. Y lo hizo siendo fiel a su estilo: la insustancialidad.

En la edición de Búsqueda de ayer jueves 21, el ingeniero Martínez reapareció para pontificar sobre todo y todos, aparentemente repuesto de sus sucesivas derrotas electorales. Pero lo suyo es la esencia viva de la posmodernidad: la falta de consistencia y rigor. Paradójicamente, mientras fabrica humo, acusa a los otros de hacerlo.

Critica la forma en que el gobierno gestionó la pandemia, pero a renglón seguido señala: "Yo creo que no estuvo mal la gestión". Aunque luego pretende matizarlo diciendo que ellos fue posible gracias al "acumulado" con que cuenta nuestro país por la "verdadera matriz batllista" que lo caracteriza. Chocolate por la noticia. Desde estas páginas lo hemos señalado una y otra vez.

Cuando se le pregunta qué hubiera hecho diferente de haber sido presidente de la república para enfrentar la pandemia, Martínez explica: "Sin duda el poner más recursos públicos a la reactivación productiva, que es lo que yo destaco como más importante. No dejar que nadie muera de hambre es fundamental (...) Y hubo momentos en que la gente en seguro de paro y buscando trabajo era impactante".

Comenzando por el final: fue mucho peor, ingeniero. Hubo momentos en que la tasa de actividad (gente que trabaja o busca trabajo) cayó porque miles de compatriotas abandonaron el mercado de trabajo. ¿Habrá que recordarle que en 2020 el PIB uruguayo cayó casi un 6%? ¿Y la cantidad de recursos públicos que se volcaron justamente a diferentes modalidades del seguro de paro -modalidades novedosas- que permitieron que cientos de miles no murieran de hambre? ¿O recordarle el trabajo incesante del MIDES financiando ollas populares, sin preguntarles de qué color político eran aunque varias de ellas fueran vilmente usadas para hacer proselitismo opositor?

Seguramente haya que recordárselo, sí, tanto como que si él hubiera gobernado no hubiera puesto más recursos públicos para la reactivación productiva porque Uruguay hubiera estado completamente cerrado, como propuso casi toda la dirigencia del Frente Amplio y sus aliados, a la vez que reclamaban una "renta universal" para compensarlo.

Por eso mueve a risa que el ingeniero señale, guitarra en mano, que "respecto a la movilidad, a mí me gusta decir que había dos extremos. De un lado el «acá no pasa nada, no hay pandemia» y del otro el «tenemos que encerrarnos todos». Eran los dos extremos. El gobierno se puso entre la mitad y el no limitar nada". ¿Qué extraña e imprecisa sería esa posición "entre la mitad y no limitar nada"? Por las dudas -sin aclarar el punto- Martínez agrega que él se hubiera puesto "un poco más hacia el centro en el sentido de mitigar más la transmisión de la enfermedad pero teniendo claro que si cerrabas todas las puertas, la economía se iba al diablo". Francamente, resulta difícil desentrañar qué diferente hubiera hecho Martínez del gobierno, aunque -como ya se dijo- el clamor de sus correligionarios y aliados era "cerrar todas las puertas".

Criticó también el manejo de la seguridad pública no a partir del manejo de cifras, para cuestionarlas, sino a través de la casuística personal, lo cual -por decir lo menos- es paupérrimo y no lo que uno esperaría de quien estuvo a pocos miles de votos de la presidencia de la república.

Como de costumbre y más allá de lo anecdótico, las entrevistas al ingeniero Daniel Martínez siempre dejan sabor a poco. Probablemente porque no hay más sustancia para aportar sabor.

En la entrevista, Martínez señala que ahora está muy feliz dedicando tiempo a la familia y a la "militancia de base". Enhorabuena, pero entonces, diría el Rey Emérito, "¿por qué no te callas?".