Milei responde al golpe electoral con maquillaje político y sin autocrítica



La creación de una “mesa nacional” intenta disimular la magnitud de la derrota en Buenos Aires, pero la negativa a renovar el gabinete y a reconocer errores profundiza la desconfianza política y económica.

Tras la aplastante derrota de su partido en la provincia de Buenos Aires —donde Fuerza Patria venció por más de 13 puntos—, el presidente Javier Milei optó por reorganizar su estrategia político-gubernamental. No cambiará su gabinete, pero activará una “mesa política nacional” con él a la cabeza y figuras como Karina Milei, Patricia Bullrich, Guillermo Francos, Santiago Caputo, Martín Menem y el vocero Manuel Adorni.

Un gesto estratégico sin verdadero cambio

Aunque el oficialismo afirma que “no habrá cambios de gabinete”, la creación de esta mesa esconde la urgencia de ordenar una conducción que ya no logra canalizar el impacto del resultado adverso. La idea es redefinir la estrategia y controlar el discurso, desde la base libertaria hasta los sectores que miran a las provincias, sin reconocer que la derrota exige más que una reestructuración interna.

Los mercados reaccionan: señales de alarma económica

La contundente derrota no fue simplemente política; tuvo efectos inmediatos en la economía. Los mercados financieros cayeron con fuerza: el Merval retrocedió entre 12 % a 13 %, los bonos argentinos en dólares se desplomaron cerca del 9 %, y el peso perdió entre 4 % y 7 % frente al dólar, dependiendo del índice.

Este derrumbe no solo refleja una pérdida de confianza en la capacidad gubernamental para continuar con su agenda, sino que también deja entrever que el “no habrá cambios” es mal recibido por quienes esperan certezas y capacidad de adaptación.

¿Mesa política o maquillaje institucional?

La formación de una mesa de coordinación no es per se un acto irresponsable; pero es una respuesta mínima que no aborda los problemas visibles. Milei parece apostar por reunirse con gobernadores aliados y ajustar el relato hacia las elecciones legislativas de octubre, pero sin reconocer que su derrota exige un cambio real de rumbo.

Falta autenticidad

La maniobra de Milei —mesa política nacional sin renovación de figuras claves— representa más ritual que reforma. Es un intento de mantener ese núcleo duro sin mostrar apertura a críticas efectivas ni reconocimiento de errores. En el tablero político y económico actual, esa rigidez puede costar caro. Porque al construir una estrategia únicamente desde la Casa Rosada, sin rearmarse para dialogar con la realidad electoral y con los mercados, corre el riesgo de aislarse aún más.