Edición Nº 1040 - Viernes 20 de junio de 2025

La suite del elefante

Viernes 6 de junio de 2025. Lectura: 2'

Por Susana Toricez

Leo la noticia y no salgo de mi asombro. Siento vergüenza ajena… y no tan ajena. Los funcionarios públicos están al servicio de la ciudadanía, y lo mínimo que se espera es que ese servicio sea impecable. Por eso, como ciudadana, lo que pasó me resulta bochornoso.

Vivo en Montevideo y pago mis impuestos religiosamente. Pero ni las mentes más ingeniosas, ni las más desbordantes de imaginación podrían haber anticipado que algo así sucedería aquí, en nuestro Uruguay.

¿Quién podría imaginar que, en un zoológico, dentro del recinto donde antaño se alojaban elefantes, se instalara una especie de suite municipal? Un verdadero loft: camas tendidas, vasos con cerveza, televisores, heladera, microondas, cigarrillos... ¡Un alojamiento improvisado y absurdo!

Me gustaría creer que todo eso era para esperar algún elefante. Pero no. Lamentablemente, todo eso era utilizado por funcionarios municipales.

Sí, los mismos a quienes el año pasado les pagamos miles de horas extras.
Usted, yo, todos. Todos financiamos esa "fiesta".

Y para colmo, esta noticia recién circula más de un año después de que se detectó la irregularidad.

Evidentemente, todo esto lleva el sello —o al menos la omisión— de algún responsable de la administración de la Intendencia de Montevideo.

He comprobado que muchas de las autoridades, tanto departamentales como nacionales, comparten un mismo perfil. Incluso las irregularidades más sórdidas terminan barridas bajo la alfombra.

Nadie dice nada, nadie lo denuncia, nadie se hace cargo.

Ya sea un ministro que no paga impuestos durante más de diez años, alguien que ostenta una casa de veraneo fuera de toda normativa siendo colono y miembro del directorio del Instituto de Colonización, o quien conduce alcoholizado y, sin embargo, preside la central sindical.

Todo se maneja sottovoce… cuando hay "compañeros" involucrados.

Y así estamos: solventando la corrupción que campea por todos los servicios.

No se salva nadie.

Y eso pesa como un elefante. Literal.

¡A estar atentos! ¡A tener buena memoria! ¡A denunciar cada cosa que no esté bien!

Aprendamos, aunque sea lentamente, a ser combativos en defensa de la transparencia y de nuestras instituciones. Porque esa actitud honesta, aunque solitaria, siempre puede más.

Recordemos que lo que es de todos... también es nuestro.



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