Edición Nº 1061 - Viernes 14 de noviembre de 2025

En reconocimiento a la inauguración de una nueva zafra de trigo

Viernes 14 de noviembre de 2025. Lectura: 4'

Por Tomás Laguna

El pasado 7 de noviembre se celebró el inicio de una nueva cosecha de trigo en las chacras de la Asociación Agropecuaria de Dolores. Como en cada oportunidad similar, es necesario rendir homenaje a quienes arriesgan en la producción y dan soporte a la economía del país.

Como la ocasión lo amerita, ante autoridades nacionales —sustitutas en todos los casos—, se procedió al corte de cintas, previo a que el cabezal de la trilladora le entrara a los primeros metros del cultivo. Con la justificada ausencia del presidente de la República, quien para esa fecha estaba en viaje a la asunción del flamante presidente de Bolivia, también se notó la del ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, sin motivo conocido y menos justificado.

Como bien dijo el Téc. Agr. Carlos Oyharzábal, presidente de la gremial anfitriona, el trigo “es testimonio vivo de la resiliencia e ingenio de quienes, con manos en la tierra, sostienen el motor de la economía rural”, haciendo referencia a que “el agro no es solo cadena, sino un legado colectivo”.

Y si de legado se trata, sin duda lo es el trigo desde el principio de nuestra historia agrícola. Según referentes, habría llegado a la región con los primeros exploradores. Si bien por clima y suelos es una región productivamente marginal, el cultivo ha sido razón principal en el desarrollo agrícola. Tal vez el inicio de esta historia debamos ubicarlo en los comienzos del mejoramiento genético a nivel nacional, en 1914, con los trabajos de Alberto Boerger y Enrique Klein. Fue a partir de entonces que este cultivo se consolidó en nuestra cultura agrícola.

Hoy en día, al hablar de desarrollo agrícola, ningún cultivo debe considerarse en forma aislada al evaluar sus bondades productivas, sino que, en todos los casos, cada cultivo es parte de un sistema en la necesaria rotación de cultivos de invierno, de verano y pasturas sembradas para la recuperación del suelo. Más allá de las particularidades de cada rubro, la agricultura es hoy un sistema productivo que se evalúa en el transcurrir de varios años. En las preferencias invernales, el trigo sigue siendo el cultivo principal, con algo más del 40 % del área sembrada. La cebada, ofreciendo las facilidades de la integración vertical, es el fiel de la balanza ante las fluctuaciones de precio del trigo, alcanzando valores próximos al 25 % del área. Ya arraigadas, las brásicas (colza y carinata) se afirman con importante presencia, totalizando el 30 % del área invernal.

Productivamente, el trigo ya se ha consolidado en rendimientos superiores a los 3.000 kg/ha, con importantes fluctuaciones anuales. En la zafra pasada, los rendimientos superaron las 4 t/ha; no obstante, fueron 18 % inferiores al buen año 2023/2024, más que compensados en la producción total por un área 33 % mayor. Pero no solo de kilogramos se trata. La calidad del grano es fundamental al momento de evaluar las bondades de cada cosecha. Entre las distintas variables que definen la calidad del grano, el peso hectolítrico —esto es, la masa de trigo referida a un volumen de 100 litros— se ha afirmado en torno a 79 kg/hl, con variantes anuales. Por otro lado, la sanidad del cultivo, desde siempre afectada por la presencia de fusarium en primavera, sigue siendo altamente dependiente del año, si bien se ha acentuado el uso de variedades resistentes a este hongo, generalmente de menor rendimiento que otras altamente productivas pero muy sensibles. Valgan estas dos referencias de entre muchos otros indicadores determinantes de la calidad del grano en cada cosecha.

Ya no se trata de dar vuelta la tierra, afinarla y sembrar la semilla en el surco. La agricultura hoy es una actividad de alta precisión y esmero tecnológico. Los productores que no entendieron esto ya no están en el campo, o al menos ya no siembran.

Un cultivo que en su momento fue deficitario y exigía importar para cubrir las necesidades nacionales, hoy es generador de excedentes exportables. Frente a esta promisoria situación, ¿cuáles son las principales demandas desde la producción? Logística, transporte eficiente de la cosecha, rutas, puentes, puertos y el siempre reclamado riego. Adicionalmente, y por encima de todos, mercados donde colocar los saldos exportables, que, según los años, superan con creces el millón de toneladas.

Solo recordar los tiempos no muy lejanos en que la producción triguera reclamaba la regulación de importación mediante cupos, hasta tanto se lograra colocar la última cosecha en los molinos nacionales… Hoy el cultivo es un rubro más en el agronegocio de exportación, mirando al mundo.

Desde estas páginas, solo decir: ¡¡Buena cosecha!! ¡¡Mejor colocación del grano obtenido!!



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