BPS 1997

Por Susana Toricez

1997 es el número de teléfono del Banco de Previsión Social, pero parece indicar los años que tiene el local de su sede central.

Al ingresar acompañando a un familiar, tuve la sensación de que entraba a un hospital público. Público y pobre.

Personas en sillas de ruedas, decenas de ancianos con bastón, discapacitados, caminantes apurados. 

Todos ellos entrando a una suerte de laberinto, que desemboca en un frío patio central.

¿Por qué si en general los bancos ya sean públicos o privados, lucen sus mejores galas para recibir a sus clientes, este Banco Previsional que es de todos, no los imita?

Después nos molestamos si dicen que los uruguayos somos grises.

Un acceso iluminado, acogedor, plantas sobre pisos claros que inviten a entrar y que no colaboren para huir lo más rápido posible.

Viendo esto, concluyo que es una gran verdad que las personas mayores están desamparadas en este Uruguay que tanto se jacta de su progresismo. 

Porque es real que no todas las personas mayores pueden hacer sus trámites on line. La mayoría debe hacerlo de manera presencial

¿A nadie con responsabilidad de tomar decisiones en el tema, se le ha ocurrido pensar que esa gente merece un decoro mayor, un máximo respeto y en definitiva, la empatía de todos?

Me dirán que lo estético es un detalle menor. Pero no señor, ¡no lo es!

Sumado a lo desesperanzador que debe representar conectarse con la realidad que significa dejar la actividad para pasar a ser pasivo, se encuentra con ese lugar gris, con accesos estrechos que conducen a no se sabe bien dónde, sin siquiera una planta que muestre vida. 

También hay ciertos puestos de informes que repiten lo que ya es evidente, sin aclarar detalles que tanto orientan a las personas de edad avanzada. 

Para este caso no se piden ´florecitas y pajaritos' como dijera algún cómico. 

Se requiere apenas que se brinde la posibilidad de que el pasivo o futuro pasivo que llegue a ese local central del Banco de Previsión Social, no tenga la sensación de que llega a un depósito.  

Eso no implica gasto alguno para las arcas del BPS.

Sería gratificante que, por la sola voluntad de las autoridades, se cambiara esa impresión que asusta y deprime al recién llegado. 

Recordemos que aquí se encuentra toda la historia laboral de cada uno de nosotros. ¡Menudo patrimonio!

Deseo que algún día alguien decida hacer un acceso decoroso, amplio, moderno y funcional.

Un acceso estimulante que anime a quienes ya tienen un inevitable cansancio, a ingresar a ese edificio que es la casa de todos sin que ello promueva la desesperanza.

Es sólo tener voluntad y no recurrir a excusas, ya que allí lo que falta no es dinero precisamente, sino que alguien logre transformar ese local en un lugar que invite a seguir viviendo, y que deje de parecer la antesala del final.