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Tributo a la ganadería uruguaya en los 75 años de la Sociedad de Criadores Hereford

Por Tomás Laguna

Recientemente la Sociedad de Criadores Hereford del Uruguay conmemoró sus 75 años. A través de la misma rendimos tributo a la ganadería uruguaya y a los cabañeros de todas las razas, quienes han logrado posicionar a nuestro país entre los más altos niveles de la genética ganadera del continente.

Originaria del condado de Hereford ubicado en el centro oeste de Inglaterra, esta raza bovina fue de las primeras importadas para los procesos de absorción del ganado criollo mediante la técnica de cruzamientos. Por entonces, últimas décadas del siglo XIX, el ganadero enfrentaba el primer gran cambio tecnológico desde la introducción de los vacunos por Hernandarias. En tanto perdía atractivo tanto el mercado del cuero como del tasajo (rechazado en Europa por su sabor desagradable) se asistía a una creciente demanda por carne de calidad de parte de los mercados europeos. Como en todo proceso de cambio, se discutía entre quienes veían el futuro de la ganadería a partir de las razas europeas y quienes entendían que se debía continuar sobre la base del ganado criollo mejorando la calidad de su res a partir de la mestización.

La nueva orientación exportadora finalmente se logró consolidar a partir del invento del francés Charles Tellier en 1862 logrando generar frío seco a nivel industrial, quién luego fue convencido por Federico Nin Reyes, un uruguayo radicado en París dedicado a distintas industrias, para implementar un sistema de transporte refrigerado desde el Río de la Plata hacia los centros de consumo en Europa. Más aún, Nin Reyes fue el financista de Tellier al punto de que se puede afirmar que el científico francés fue el padre del frío artificial, en tanto que el empresario uruguayo lo fue de la industria frigorífica.

A partir de entonces no solo cambió una forma de hacer las cosas, esto es las técnicas de producción, cambió también el negocio. Surgen así las invernadas, a través de la mejora en la calidad del forraje para terminar los ganados con más kilos previos a su embarque.

La raza Hereford fue uno de los aportes genéticos más importantes a nuestra ganadería de carne. En los inicios compartía protagonismo con la raza Shorthorn (ambas con registros iniciados en 1887, un año después lo hizo Aberdeen Angus). La adaptabilidad de los Hereford por su mansedumbre, rusticidad y excelente condición maternal, sumado a la calidad carnicera llevó a que pronto se expandiera por todo el territorio al punto de asimilarse al paisaje rural uruguayo reconociéndola como "ganado pampa". En 1946, 59 años después de los primeros toros importados inscriptos en los registros genealógicos de ARU, se fundó la sociedad de criadores, gremial que reúne a cabañeros y criadores de la raza en su gran objetivo por lograr la mejora genética y su expresión a través de las características productivas más valiosas.

Dedicarle la última columna semanal del año a este singular aniversario de la Hereford tiene por intención reivindicar toda la ganadería de carne uruguaya como rubro de avanzada tecnológica, dónde el valor agregado de la producción en innovación y desarrollo solo es superado por la informática (Ec. Diego Aboal, CINVE, 2014). La evolución que tuvo este significativo rubro de la economía nacional desde aquellos tiempos pretéritos del ganado criollo hasta el presente marca una distancia tecnológica cuya dimensión excede lo meramente temporal. Veamos algunas referencias objetivas que permiten afirmar lo anterior.

La biotecnología como rama del conocimiento científico surge a partir de la identificación del ADN como sistema de trasmisión de la información genética en los seres vivos, suceso ocurrido en 1953. Con la biotecnología se desarrolla la genómica, método que permite acelerar el progreso genético por una mejor precisión en las estimaciones de los méritos genéticos de los individuos. Tecnologías ya aplicadas hoy por el INIA a partir de la creación de un Banco Nacional de ADN Genómico Animal. La raza Hereford ha sido pionera en un programa de estas características con el objetivo de mejora de la canal y la carne producida, proyecto iniciado en abril del año 2013. Hoy también implementado por Aberdeen Angus en razas carniceras, Holando para la producción de leche y Merino Australiano en ovinos.

Nuestra ganadería fue evolucionando entre el optimismo y las frustraciones. Se sufrieron largos períodos de estancamiento, tiempos de la tecnología del candado (producción extensiva de cero costo a porteras cerradas), luego nuevos impulsos tras la productividad con el surgimiento de las praderas artificiales de la mano del Plan Agropecuario allá por los sesenta, la ocurrencia de los ciclos ganaderos y la discusión de si especular con ellos o ser productivistas, el famoso stock regulador para asegurar el abasto y evitar los sobreprecios de la post zafra invernal. Más tarde tiempos de optimismo por la declaración de país libre de aftosa sin vacunación para terminar en tragedia con el ingreso de esta enfermedad desde el otro lado del río y la consecuente pérdida instantánea de mercados. De inmediato el esfuerzo para recomponer el status sanitario y el reconocimiento internacional posterior. La exportación en pie fue un nuevo hito que ofició como demanda agregada para incentivo de la cría, no menos trascendente fue la cuota 481 y su consecuencia, los corrales de engorde que definitivamente vinieron para quedarse, acelerando la demanda por reposición. Hasta llegar a los tiempos actuales, dónde la reducción en la edad de faena ha sido significativa alcanzando el nivel de las ganaderías más productivas, además de ser constatable en los últimos 20 años y a partir de las Carpetas Verdes del Plan Agropecuario un incremento consolidado en la productividad estimada en kilos/ha de carne equivalente (producción de carne y lana).

Todo se explica porque a las cadenas no se las empuja desde abajo, que ha sido un histórico error de muchos productivistas, empezando por aquel equivocado concepto, incubado en los '60, que suponía que los impuestos finalistas eran una forma de incentivar la inversión productiva. La realidad ha demostrado que las cadenas productivas se dinamizan cuando se las tracciona desde arriba, esto es cuando hay incentivos a partir de la demanda y los precios a partir de los mercados externos. Con los datos aún no cerrados del 2021, el volumen exportado se incrementó en 12% en los últimos 15 años medido en toneladas, debiendo considerarse que en ese período se redujo la superficie de la ganadería a partir de la expansión agrícola y forestal. Pero más significativo resultó el crecimiento en valor de las exportaciones de carne, multiplicándose por 2,4 en el mismo período considerado (datos INAC). No solo obedece a un aumento del valor del producto en los mercados externos (presencia de China mediante), sino que nuestro país mejoró la cartera de precios a los que accedió como reconocimiento a la calidad del producto ofrecido. Cuando se trata de un negocio, la producción de carne lo es, el lucro manda, la inversión responde en consecuencia y luego la mejora de la producción en calidad y productividad son un hecho.

Consolidada su proyección exportadora, la ganadería no está exenta de desafíos: la inocuidad alimentaria de sus sistemas productivos, su sustentabilidad a partir de la preservación de los recursos naturales renovables, responder a los cuestionamientos por la emisión de gases efecto invernadero (programas ya incorporados a nivel del INIA) y finalmente la captación sistemática de nuevos mercados, la permanencia en los mismos y lo más difícil de todo, lograr el reconocimiento del producto "carne uruguaya" en los mercados más exigentes. En todos ellos se trabaja de firme.

Mientras tanto la cabaña uruguaya persiste en su incansable y sostenido esfuerzo por mejorar la calidad genética de nuestro rodeo. Razón que explica y está en la base de los éxitos del agro negocio de exportación de carne bovina.

Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.