Por Jorge Ciasullo
La vocación ha sido definida de muchas formas, iniciándose desde la religiosa. Particularmente, para la docencia, se establece como la inclinación para desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven, por medio de preceptos, ejercicios y ejemplos.En nuestro país, desde José Pedro Varela en adelante, a la educación se le ha otorgado una alta valoración. En consecuencia, catedráticos, profesores y maestros "caen en la redada". Todos quienes somos ya veteranos, recordaremos el respeto con el que nos dirigíamos a nuestros maestros y profesores, de pie y jamás el tuteo. Admitamos que los tiempos han cambiado y aceptemos que esa "confianza" entre el educador y el alumno tiene su lado positivo, en el sentido que, particularmente en edad escolar, el niño al sentirse "amigo" del maestro puede trasmitirle su angustia por situaciones que muchas veces derivan a la crónica policial, en la mayoría de los casos, el niño o niña es auxiliado, gracias a la intervención del maestro o profesor y luego las autoridades correspondientes.
Ese cambio social o de relacionamiento, ha sido en cierto modo aceptado por unos y otros, dentro de ciertas reglas no escritas, toda vez que, en general ha resultado beneficioso.
La situación sanitaria trajo una inesperada aceleración de la informática a todo nivel, cuyos drásticos cambios ya son visibles, en algunos casos positivos y en otros no tanto.
La sociedad en general trata de adaptarse y acoplarse, uno de los aspectos cruciales es la enseñanza, donde debe realizarse un enorme esfuerzo tanto de educadores como de educandos, incluidas las familias de los niños y jóvenes, dado que la rutina diaria cambió tan dramática como rápidamente.
Por lo dicho anteriormente, en cuanto a la valoración que da la sociedad uruguaya a la educación, es que ocupan titulares de prensa las actitudes de algunos profesores que abusan de la licencia sindical.
El diario El País del pasado lunes 12, informa que se ha remitido a la comisión investigadora del Parlamento las solicitudes y uso de licencia sindical en 20 liceos de todo el país desde el año 2015 en adelante. Según la documentación, 38 dirigentes de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes) obtuvieron licencia sindical de modo irregular.
Se destaca la situación del dirigente sindical Mario Bango. En efecto, en el año 2015, presentó 28 certificados (que equivalen a 56 días) para participar en: "actividades encomendadas".
Interrogado al respecto por el cronista, el sindicalista responde que el estatuto "está jerárquicamente por debajo de la Constitución y las leyes y en ambos casos se protege la actividad sindical". Además, aseguró que quien decreta si se justifica o no es la dirección del liceo, por lo que a ellos les cabe la responsabilidad.
Ante esta increíble declaración, recomendamos la lectura de la Constitución tan ligeramente citada por el Sr. Bango, en especial los art. 68 a 71, todos ellos destinados a proteger y sobre todo formar al estudiante.
En cuanto a trasladar la responsabilidad de esas ausencias irregulares -algunas, como hemos comentado en anteriores entregas, bajo documentos o citación de disposiciones falsas o inexistentes presentados a la dirección del establecimiento- creemos se califica por sí sola.
Según el resultado del Censo Nacional Docente de 2018, Uruguay cuenta con un total de 61.429 docentes (maestros, maestras y profesores) distribuidos en más de 2.800 instituciones y centros educativos. El 71,3% de ellos se desempeña exclusivamente en la órbita de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
Son significativos los números en cuanto a quienes abusan de la licencia sindical -una minoría- porque son éstos quienes denigran a sus compañeros que cumplen hasta con sacrificio con su vocación.
En definitiva, si, como aparenta esa minoría de dirigentes, a la luz de sus actitudes no creen en la educación, sus prácticas pierden sentido.