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El "Flaco" Malaquina, un grande

En su querida Salto, falleció Eduardo Malaquina esta semana. Habíamos estado con él durante la campaña electoral. Siempre acompañando, siempre amistoso, más batllista que nunca, estaba intacto, pese a la fragilidad de una salud que hacía años le había puesto la permanente señal de riesgo.

Pertenecemos a la misma generación. La misma edad. Las mismas historias políticas, las mismas batallas. Él siempre con la histórica Lista 1, que le dio al Partido Colorado seis mandatos municipales, con Barbieri, Vinci y este "flaco" Malaquina, cuyo perfil de hombre de Estado se agiganta en esta hora de balance.

Revolucionó el turismo con las realizaciones en las termas. Obtuvo primero las del Daymán para la Intendencia. Logró notables inversiones en Arapey. Se abrieron hoteles 5 Estrellas y parques acuáticos. Se remozó el aeropuerto y Salto se puso en el mapa regional del turismo.

Con esa misma visión de futuro, transformó Salto en una gran ciudad cultural. El edificio de la Universidad fue su lucha, a la que le acompañamos desde el gobierno nacional. Se instaló un CERP para formar profesores de Secundaria en los nuevos programas de nuestra gran reforma de 1995. Se abrió un Bachillerato Tecnológico de UTU, en un local que se compró al efecto. Se construyeron varios liceos y escuelas de tiempo completo. También el primer Centro CAIF del país. Y el primer Hogar Estudiantil liceal para los muchachos del medio rural.

Detrás de todo esto estaba su esfuerzo, su dedicación. Se reabrió el frigorífico "La Caballada". Se inauguraron un shopping y la Terminal de Ómnibus. El mismo centro de la ciudad se transformó, haciéndolo más disfrutable, más amable.

Había enfoque en perspectiva y, al mismo tiempo, capacidad de administración. Honrado y eficiente manejo de los dineros públicos. Nunca cayó en el voluntarismo tan común en nuestro país. Su rigor en la administración es lo que le permitía hacer realidad tantos sueños compartidos durante años.

El pueblo salteño lo comprendió y por eso fue tres veces Intendente por el voto popular. También estuvo en la CTM y en el Senado de la República, donde acreditó su inteligencia y dedicación, pero su pasión era Salto. Allí es donde se sentía vivir, realizando, construyendo.

Sereno, razonador, poseía un gran carácter. Firmeza sin estridencias. Nunca se perdía en debates menores, siguiendo obstinadamente sus ideales y propuestas.

Batllista de convicción, libramos todas las batallas de nuestra idealidad. Cuando aquel histórico NO del 80, estuvo al frente en Salto. A la distancia, nos dábamos aliento y se alcanzó lo que parecía una quimera, derrotar a la dictadura desde la proscripción y el silencio.

La Intendencia frentista de Salto tuvo, hace ya algún tiempo, el gesto de designar una calle con su nombre. Lo hizo en vida, algo inusual en un país que solo parece reconocer méritos después de la muerte. Merecerá, sin duda, otros grandes homenajes que recuerden su imborrable contribución a la vida de Salto y a la democracia nacional, cuando ya no estemos los testigos de su obra.

Se nos va un amigo. Pero se queda el recuerdo. Y seguirán, en Salto, formándose profesores en el CERP y profesionales en la Universidad. Ellos serán su presencia permanente.

J. M. S.

Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.