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Más de lo mismo X tres

Por Luis Hierro López

Los candidatos frenteamplistas a la Intendencia de Montevideo no pueden separarse de la pesada herencia que acarrean: treinta años de mediocridad y de burocracia sin alma, que han hecho retroceder a la ciudad.

Apenas dentro de dos meses y una semana habrá elecciones departamentales y Montevideo enfrenta otra vez el desafío de renovarse o seguir muriendo en cuotas.

Aunque el clima electoral no está instalado aún y por lo tanto no hay por ahora previsiones definitivas, el Frente Amplio cuenta con dos ventajas iniciales. Por un lado, hay un porcentaje importante de electores que van a votar por su proyecto político, buscando que estas elecciones sean una revancha de las que perdieron en octubre y en noviembre pasado. Para ese grupo de personas, no importa quiénes sean los candidatos ni qué proponen. Así sea a una nueva "heladera" - como bautizó el exsenador Michelini a una candidata anterior - esos ciudadanos van a votar igual, porque no eligen intendente, sino que intentarán mantener su cuota de poder.

La segunda ventaja que presenta el Frente Amplio es la acumulación de tres candidatos, una fórmula de sumatoria al amparo de la tan odiada "ley de lemas" que la coalición de izquierda criticó siempre, pero que supo usar sin remordimientos. Tener tres candidatos puede ser un mecanismo de arrastre de votos diversos y, quizás, contradictorios.

Pero esas tres postulaciones se chocan con una pared que puede caerles encima, ya que, además del prestigio indudable de la coalición multicolor, también hay un porcentaje de electorado independiente que, habiendo votado por Martínez en la segunda vuelta de noviembre, podría desmarcarse en esta instancia buscando la mejor opción de gobierno municipal. Esa mejor opción no es la del Frente Amplio, condenado a repetir un modelo que ha hecho de la Capital una ciudad gris, sucia, sin grandes obras y con malos servicios de transporte. Alcanzaría con el desastre repetido durante décadas con la recolección de residuos para convencer a esos ciudadanos indecisos o "fronterizos".

Aunque quieran diferenciarse de la administración frenteamplista, los candidatos Carolina Cosse y Álvaro Villar están inevitablemente destinados a enredarse en su defensa. No pueden atacarla ni, tampoco, decir que no les pertenece. La ineficacia, la desidia de sus autoridades, los fracasos mayúsculos como los del Corredor Garzón o Plaza Zabala, el abandono de los barrios más pobres y de los asentamientos, la falta de luz en las calles más alejadas, el concubinato indecoroso con Cutcsa, que ha perjudicado a los usuarios del transporte; los basurales endémicos que Tabaré Vázquez prometió erradicar hace más de treinta años y que siguen tan campantes, los cisnes imaginarios en el Miguelete; todo ello es una larga y pesada lista de fracasos de los cuales los noveles candidatos no pueden desentenderse. Además, Cosse puede cometer en la Intendencia desastres parecidos al Antel Arena, una pésima carta de presentación. Y Villar viene realizando una campaña insólita, porque, con tantas críticas que hace a la actual gestión, parece un candidato opositor al Frente. No termina siendo creíble.

Ni hablar del tercer aspirante, Daniel Martínez, cuya desdibujada presencia no hace más que ratificar lo sabio y prudente que fue el electorado al no llevarlo al gobierno. Martínez en la presidencia y la pandemia serían un cocktail mortal para el país.

Quiere decir que, prometan lo que prometan, los candidatos frenteamplistas vienen seriamente desacreditados por la carga que sobrellevan. Por más que disimulen, les va a ser difícil superar esa prueba.

Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.