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Tristes armas, si no son las palabras

Por Francisco Berchesi

Así versa un poema de Miguel Hernández, resumiendo en pocas palabras un ideal de nuestra actividad: confrontar ideas, no personas.

Sin pretender zambullirme en un análisis político de las conmemoraciones de esta semana, pretendo hacerlo, sí, desde la libertad. Quizás por tener el honor de vivir en una época y un país en el que contamos con ésta al menos políticamente, que no es menor.

La historia nos mandata a mantener ese lineamiento a toda costa o a perderla y atenernos a las consecuencias, y de ello somos responsables todos los ciudadanos de nuestra república.

Buscando libertad se enfrentaron el 18 de mayo de 1811 en Las Piedras el ejército de José Gervasio Artigas ante un ejército español decidido a quedarse con nuestras tierras. Allí se sacrificaron grandes y nobles hombres por liberar a nuestro pueblo. Forjaron nuestra identidad con escasos fusiles y con sus boleadoras, lanzas tacuaras y cuchillos, tallaron en nuestro destino: libertad o muerte.

Aquel mandato late fuertemente en nuestras almas y aflora ante cada injusticia a la que nos encontramos. Nos condenaron felizmente a la libertad, o perecer... eternizándonos en ella.

Lo que sucede es que como éste maldito virus, los antivalores y los dogmas se propagan a través de la gente almacenándose en lugares de su cuerpo tan oscuros como el cañón del arma de un cobarde.

Así fue, pues, que un puñado de jóvenes emprende la lamentable y penosa empresa de confrontar personas por ideas. Embriagados por la Revolución Cubana de 1959, poco tiempo después decidieron hacer su versión uruguaya de la misma. Así empuñaron armas contra los ciudadanos libres y las instituciones democráticas, debilitando todo lo mencionado: ciudadanos, instituciones y libertad.

A los caídos en aquellos tiempos se los conmemoraba cada 14 de abril. En un principio llamándolo "Día de los caídos en la lucha contra la subversión" y luego "Día de los caídos en defensa de las instituciones", hasta el 2006 cuando, en la primera presidencia del Dr. Tabaré Vázquez, mediante un decreto del Poder Ejecutivo se derogó dicha conmemoración.

Los escasos sucesos narrados brevemente por exigencias del formato, fueron torciendo la situación en nuestro país, y "(...) sólo con el tiempo el Uruguay entenderá que, antes de perder la democracia, perdió la tolerancia", como dice un fragmento de La Agonía de una Democracia de Julio Ma. Sanguinetti.

Años después ocurren sucesos tan injustificables y oscuros como los mencionados anteriormente. Los que conmemoramos el pasado 20 de mayo fueron hechos de gran injusticia y violencia desmedida, con una oscuridad tal que extiende su sombra hasta la actualidad, con la mentira y lo que es peor, el ocultamiento de la verdad. Oficialmente se conmemoran los asesinatos del ex Senador Zelmar Michellini y del ex Diputado Héctor Gutierrez Ruiz, pero las Marchas del Silencio se han colmado de familias desgarradas por el autoritarismo, con el recuerdo en fotografías de seres queridos que les fueron arrancados de su lecho y de sus brazos, para no verlos más.

"La historia, verdadero testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la antigüedad, ¿qué otra voz sino la del orador, puede hacerla inmortal?" Cicerón, Diálogos, Libro II.

Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.