Por Tomás Laguna
Desafíos similares, hace 30 años la responsabilidad fundacional del instituto, la nueva directiva el compromiso refundacional tras los conflictos internos del instituto y más recientemente un duro golpe a sus recursos financieros.
En octubre del año pasado hicimos referencia a los 30 años de la aprobación de la ley fundacional del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias. Dijimos entonces que en la noche callada, el hecho paso desapercibido en medio de un duro conflicto entre el presidente del instituto y los funcionarios técnicos, finalmente laudado en la JUTEP reconociendo las denuncias de estos últimos.
Felizmente no ocurrió lo mismo con los 30 años de la primera sesión de su Junta Directiva, los que se cumplieron el pasado 19 de mayo, casi coincidiendo con la integración de la primera directiva designada luego de 15 años de gobierno de la izquierda en nuestro país. El hecho fue motivo de un austero recuerdo que fue recogido por muchos medios. La ocasión lo ameritaba, 30 años después de que asumiera su primera directiva, el instituto volvía a tener al frente un profesional con fuerte raíz en la producción agropecuaria, a diferencia de los criterios utilizados por la izquierda en tanto fue gobierno, tiempo en que se suplantó a los referentes de la producción por hombres de la academia. Hemos dicho que los enfoques en la dirección del instituto no son los mismos, aun cuando las gremiales rurales tuvieran sus delegados en la Junta. La racionalidad en el uso de los recursos determina que se deben priorizar aquellas líneas de investigación dónde el plazo entre que se invierte y se obtienen beneficios a nivel de campo sea el menor posible. Criterio no necesariamente comprendido por los académicos.
Bueno es recordar aquel grupo humano que tuvo el desafío de poner en funcionamiento al novel instituto. La presidencia fue confiada al Ing. Agr. José Miguel Otegui, la vice presidencia al Ing. Agr. Marcial Abreu, en tanto que los Ings. Agrs. Roberto Symonds y Jean Pierre Hounie representaban a las gremiales rurales, siendo el Ing. Agr. Raul Leborgne y el Sr. Enrique Martínez sus alternos. Si bien todo el proceso de discusión, creación y aprobación del proyecto de ley se dio durante el primer gobierno del Dr. Sanguinetti, la proximidad del acto electoral luego de la aprobación de la ley hizo que se dejara a criterio del siguiente gobierno la integración del primer directorio. Se trata de convicción demócrata y republicana.
El nuevo directorio del instituto encara un fuerte desafío. Más aún luego de los dictámenes de la Auditoría Interna de la Nación primero, realizado a solicitud del por entonces Ministro Benech, y de la JUTEP luego, que diera la razón a la denuncia del gremio de investigadores del instituto contra los procederes del presidente en el cumplimiento de sus funciones. Desde entonces la interna del instituto ha quedado convulsionada, y resquebrajado el necesario espíritu de equipo que debe primar entre sus funcionarios.
Pero también este directorio tiene otros desafíos. La pérdida de visibilidad que los productores tienen hoy del instituto ha hecho que el mismo vea resentida la consideración y respeto que fue característica que lo distinguió años atrás. No se valora suficientemente el conocimiento y la tecnología que surge del trabajo de sus investigadores. Para muestra basta un botón. La decisión de las gremiales agropecuarias de acceder al pedido del gobierno para que se le "condone" los 40 millones de dólares que adeuda el Estado al INIA habla por sí solo de la poca relevancia o significación que el instituto tiene. Por muy noble o urgente que sea la causa, emergencia sanitaria de por medio. Sin mucha consideración o miramiento se ha condicionado gravemente la investigación agropecuaria en nuestro país, que para algunos tal vez no sea relevante...
Hacemos votos porque los créditos renovados conque asume este nuevo grupo humano al frente del INIA se consoliden a través de una gestión exitosa, aún a pesar de que arrancan con un pesado lastre en contra.