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Nueva etapa en democracia

Por Eduardo Pacífico

Hasta ahora no se ha encontrado un sistema mejor que el que nos propone la democracia como forma de organización del Estado, en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes.

Este sistema de gobierno se caracteriza por atribuirle el poder al pueblo, previendo para ello en las distintas constituciones diversos mecanismos para expresar su voluntad, sostenida por una serie de principios y valores fundamentales, que todos los individuos poseemos por igual, como la libertad, la igualdad, el respeto, la justicia, la tolerancia, la pluralidad, entre otros.

Lo que debemos entender es que las sociedades se componen en esencia por gente diferentes y la democracia presupone esos desacuerdos y los organiza de forma tal para que se avance sin vencidos ni vencedores, y así lograr una convivencia en paz. Este sistema nos brinda todos los mecanismos para que cada uno o cada colectivo político defienda sus ideas, que, en caso de no prosperar en una primera instancia, poder insistir mediante el voto, el referéndum y los plebiscitos o los vetos y así puedan prosperar en la siguiente instancia, pero nunca hay que olvidar que el poder radica en el pueblo que legitima las soluciones adoptada.

La verdadera victoria de la democracia no es ganar, sino el logro de la armonía, la paz y la tolerancia, donde es necesario que los diferentes actores sepan jugar el juego de la democracia y acaten sus reglas en procura del bien y del interés general.

Según surge de Wikipedia, La expresión vox populi, vox Dei (en latín, literalmente, "la voz del pueblo, [es] la voz de Dios") significa que "la opinión popular de la gente ordinaria revela la voluntad de Dios y debe obedecerse"; o sirve para indicar que, sean o no acertadas, las creencias populares? se imponen por su fuerza irresistible, y no es prudente oponerse a ellas.

“Vox populi, Vox Dei”, reza una vieja consigna de la política. Cuando el pueblo habla, los políticos deben obedecer, enalteciendo la decisión de la mayoría. En democracia, las elecciones son un vehículo privilegiado para procesar las diferencias y distribuir el poder público.

El reconocimiento de la derrota por parte de los vencidos y el llamado a la unidad nacional por parte de los vencedores es una dupla insustituible en todo proceso electoral. Cuando los jugadores actúan de acuerdo con estos principios, la convivencia social se reanuda en mejores condiciones, dando paso al ejercicio del gobierno y a la estabilidad de las instituciones.

Es por ello que en estos días se ha reclamado el reconocimiento de la derrota en la arena electoral por parte del candidato oficialista Daniel Martínez; este reconocimiento hace a la democracia y descontamos que se dará en esta jornada, quedando así, como lo sostuvo el presidente electo Lacalle Pou como una triste anécdota.

Departe de los partidos de oposición y particularmente de nuestro Partido Colorado hemos sabido acatar y respetar las reglas que la democracia nos impuso. Y nos tocó “bailar con la más fea”, dado que, entre otras reglas, la democracia le otorga poderes especiales a aquellos partidos que obtienen mayorías absolutas en el parlamento.

Esto implicó que nos viéramos coartados (si se me permite el término) a la hora de poner en funcionamiento diferentes mecanismos que hacen a la tarea específica de la oposición, como lo es la tarea de contralor.

Nos vimos imposibilitados de crear comisiones investigadoras para poder analizar a fondo asuntos de apariencia irregular o delictiva; cada interpelación realizada tenía un final sabido antes de comenzar, cual era el no lograr una votación de censura al ministro interpelado; no contamos con representantes en los directorios de lo entes autónomos ni en los servicios descentralizados para ejercer su control, y vaya si hubiera sido necesario.

En definitiva, una y otra vez recurrimos a la mayor arma que la democracia nos proporciona, que no es otra que la del voto. Y nos tocó perder una, dos, tres, pero no la cuarta. Y en la derrota mostramos más que nunca nuestro apego a las leyes, a la constitución y a la forma republicana de gobierno.
Con esa actitud que hoy nos enviste de legitimidad, es que reclamamos a todos aquellos que no optaron por la coalición multicolor que hoy lidera el Partido Nacional, que no se sientan derrotados y si que ocupen la posición que el pueblo les concedió, mostrando la altura y la civilidad necesaria para lograr la paz y la tolerancia entre los uruguayos, que otros pueblos hermanos de Latinoamérica no han logrado, y que todos juntos, gobierno y oposición estemos unido para erradicar cualquier manifestación de intolerancia que pueda aparecer.

Es la única intolerancia admitida: el no a la violencia o métodos fuera de la ley, la constitución y la democracia.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.