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Mujeres al borde de un país más justo

Por Fátima Barrutta

El título de la recordada comedia de Pedro Almodóvar es "Mujeres al borde de un ataque de nervios", en cierta forma ha sido usado para afianzar un estereotipo de género que, tras años de esfuerzo de varias generaciones de mujeres, hemos logrado ir desterrando.

Hoy nadie dice abiertamente que una mujer empoderada es una "histérica". Hoy se admite que las mujeres somos protagonistas de la vida política y cultural, a la par que los hombres.

Por eso quiero dedicar esta columna, publicada a solo una semana de una elección crucial en la historia del país, a rendir tributo a mis congéneres, protagonistas del cambio.

Y quienes me conocen o me han leído saben que siempre reivindico a dos figuras ineludibles de mi santoral batllista: Adela Reta y Martha Montaner.

Pero hoy deseo poner el énfasis en la futura vice Beatriz Argimón, una mujer inteligente y temperamental que se está poniendo la campaña al hombro desde que fue elegida por Lacalle para completar su fórmula, en la noche del pasado 30 de junio. Una voz insustituible en defensa de una cultura de libertad, que en los últimos días se ha expresado con absoluta contundencia sobre los escraches que padecen los artistas que no son del FA y la curiosa condición de músicos militantes, de quienes pagan con su imagen, en cada campaña electoral, los favores recibidos del oficialismo, en forma de contratos financiados con el dinero de todos los uruguayos.

Beatriz es una mujer de ideas firmes y también de diálogo. Consciente del rol que cumplimos en la defensa de valores esenciales que hacen a la cultura de la convivencia. Íntegramente consustanciada con las reivindicaciones de género más postergadas, como el combate frontal a la violencia doméstica, que colocan al país en un vergonzante sitial a nivel internacional, por cantidad de muertes de mujeres en manos de sus parejas o ex parejas.

Este último fin de semana, en el hermoso acto de la coalición del cambio que llenó de banderas multicolores el área circundante al Molino de Pérez, tuve el privilegio de conocer a Lorena Ponce de León, la futura primera dama.

Me impresionó su vivacidad y la dedicación con que también ella se puso al hombro la campaña de Luis, e inmediatamente la identifiqué con otra gran mujer con quien tuve la suerte de encontrarme en ese mismo evento: la historiadora, escritora y profesora Marta Canessa.

Recuerdo muy bien cuando, a lo largo de las dos presidencias de Sanguinetti, ella rechazaba el título de "primera dama", porque entendía que ser la esposa de quien fue elegido por el pueblo para liderar su destino no necesitaba un título, sino que marcaba el deber moral de colaborar humildemente, desde su puesto de lucha profesional, en la construcción del bienestar colectivo.
Julio y Marta cumplieron 59 años de casados en marzo de este año. Una larga vida de amor de pareja y amor al país, que incluyó la resistencia a la persecución política y la intolerancia de uno y otro signo, y sobre todo un protagonismo apasionado en la reconstrucción de la democracia y la justicia social.

En una misma mañana de sol tuve la suerte de compartir una nueva esperanza con Marta y con Lorena. Pertenecen a distintos partidos, pero las une un mismo sueño de libertad, siempre fecundo, siempre renovado.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.