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Eduardo Bleier
 La aparición de los restos del Dr. Eduardo Bleier nos pone una vez más delante del horror de la crueldad a la que se llegó en los tiempos de la dictadura.
En relación a esta muerte, ni siquiera podían alegar los mandos militares de la época que eran excesos en el curso de acciones de guerra interna. La tortura y posterior muerte de Bleier fueron entre 1975 y 1976, cuando la guerrilla estaba vencida y sus dirigentes apresados. En el abuso desaforado del poder se había acuñado, en aquellos años, en el medio dictatorial, la teoría de que los tupamaros habían sido solo un enemigo circunstancial, pero que el comunismo era “el enemigo permanente”. De ahí se desató esa horrorosa oleada represiva contra el Partido Comunista, pese a que éste estaba inequívocamente en contra de la lucha armada.
La sociedad uruguaya unánimemente hoy expresa su dolor ante esta sombría evidencia. Con todo, ella posee el valor de acercarnos un paso más al conocimiento de una verdad que ha sido tan difícil de rescatar.
Mirando en perspectiva lo que ocurrió entonces debemos asumir que si perdimos la libertad fue porque antes habíamos perdido la tolerancia. El dogmatismo ideológico, el fanatismo político, están en el trasfondo de ese tiempo de plomo. Estas circunstancias, una vez más, nos convocan a reafirmar nuestro compromiso sin fisuras con la democracia, con la libertad, con la filosofía humanista que inspira nuestra Constitución. Ninguna razón, por más justa que pueda parecer, nos debe apartar de esas reglas de convivencia que son la garantía para todos.
A la familia Bleier expresamos nuestro profundo sentimiento de solidaridad.
J. M. S. |
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