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¿Otra vez es la “sensación térmica”?

Por Eduardo Pacífico

Si no reconocemos el problema, muy difícilmente podamos encontrar una solución.

El Director Nacional de Policía, Mario Layera reconoció que, si bien las rapiñas han ido en aumento, no nota “el miedo en la población”.

Ya mucho se ha dicho sobre esta indignante reflexión del jefe de aquellos que nos tienen que defender y amparar en uno de nuestros máximos valores como lo son la vida y la integridad propia y de quienes nos rodean. Muestra una falta de sensibilidad y empatía con la totalidad de la población, haya sido o no víctima de un delito.

A uno le cuesta imaginarse a Layera o cualquier superior del Ministerio del Interior, o inclusive a los integrantes de la formula del Frente Amplio, mirando a los ojos de cualquier ciudadano, diciéndole, reitero “mirando a los ojos” que no se nota la inseguridad, que no hay “miedo social” o miedo de cada ciudadano.

¿Como hacen después de estos dichos para convencer a las miles de víctimas de hurto o rapiñas que vienen en franco ascenso y decirles que salgan sin miedo a la calle? Sin importar la zona, cualquiera sea el barrio ya que la inseguridad ha avanzado de tal forma que no hay un lugar para estar a salvo. Ir a un cajero automático a retirar dinero da miedo, miedo en serio y mucho más si se escucha el motor de una moto pasar.

¿Como harán para mirar a los ojos a los comerciantes que nos atienden detrás de rejas, habiendo estos gastado miles de pesos en cámaras y en seguridad privada dado que los impuestos que todos pagamos no dan para garantizarles un mínimo de seguridad para desarrollar se negocio u oficio?

Sería recomendable invitarlos a recorrer el medio rural escuchando a los vecinos, a los productores, sin importar el área o dimensión de sus predios, para darse cuenta de que el abigeato se está llevando el producto del trabajo de toda una vida o aquello que es la base de sustento de miles de familias rurales.

Parece no escucharse a los turistas que eligen a Uruguay por aquella tradición del “país seguro”, que se vuelven a sus países despojados ya no solo de sus bienes materiales sino también, en algunos casos, heridos en su integridad física y moral. No fue casualidad que EE.UU recomendara a sus ciudadanos tener especial cuidado con algunos destinos calificados como inseguros, entre ellos Uruguay.

Que debemos hacer los padres de niños cuando recibimos un día si y otro también la noticia de niños secuestrados que en muchos casos no vuelven a aparecer victimas de organizaciones de trata de personas u órganos.

Y que les dirán a aquellas víctimas de balas perdidas producto del tiroteo de bandas narco, cuando le pasan por sus narices 4.500 kg de droga que ni ven.

No es la intención de esta nota el alarmismo desmedido, pero seguramente sea un impulso espontaneo compartido por la gran mayoría de la población ante semejantes afirmaciones, cuanto todos hemos sufrido un claro y notorio deterioro en nuestra calidad de vida, encerrándonos en casas semi bunkers, rodeados de cercos, rejas y alambrados y gastando en alarmas o seguridad privada reservada para aquellos que pueden, sino organizando vigilancia colectiva entre vecinos hartos de ser atropellados por el delito constante. No es terror ni pánico, es miedo y no está bueno.

Este sentimiento de impotencia ha llevado a reconocer a gran parte de la población que el plebiscito “Vivir sin miedo” puede ser una opción, verificando que se esté marcando una intención de voto muy importante incluyendo aun a aquellos que no comparten que sea modificando la Constitución de la República. Podemos reconocer en esta iniciativa que, su promotor, el Dr. Larrañaga, encarnó el sentir y la angustia de la población que clama por acciones urgentes en materia de seguridad.

Lo que se puede concluir es que ésta clara negación de la realidad obedece a una postura ideológica ante el delito y el delincuente, manifestada por esta última aparición del Director Nacional de Policía, que es coherente con el accionar del gobierno desde que asumió el Frente Amplio en el 2005. Responde a ¿“Quien es la víctima?”, es la diferencia de las dos posturas: si posicionamos al delincuente como la victima de la sociedad, no estaremos entendiendo definitivamente el problema.

Basta para ello recordar la conocida “ley de humanización de las cárceles”, Ley Nº 17897, de setiembre del 2005, durante la gestión del ministro José Díaz que faculta al Juez, de oficio y sin más trámite a otorgará la libertad anticipada de los penados comprendidos en esta ley, cuando hayan cumplido las dos terceras partes de la pena impuesta, y la misma sea superior a tres años de penitenciaría o cuando hayan cumplido la mitad de la pena impuesta.

Entre setiembre del 2005 y mayo del 2006 se liberaron 756 reclusos. Cabe señalar que, en agosto de 2012, el comisionado parlamentario presentó un estudio sobre el porcentaje de reincidencia de los reclusos beneficiados por la Ley de libertad anticipada y provisional, Nº 17.897, de donde surgía que a esa fecha, habían reincidido el 39,25% de los liberados anticipadamente, esto es, que muchas victimas se volvieron a encontrar mano a mano, cara a cara con quien antes los habían rapiñado.

En esta línea va también el infructuoso combate a la droga, donde el propio Mujica declara que se va a “experimentar” con la liberación; esto es “vamos a terminar la droga dándoles droga a los muchachos”.

Sr. Layera, autoridades de Gobierno: Hoy no solo hay muchos más delitos (ya que ni siquiera se denuncian todos), sino que los mismo son mucho más violentos. ¿No ven miedo en la población? ¡¡No ven, directamente!!
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.