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Don Armando Barbieri.

Por Leonardo Vinci

Memoria de un gran salteño y un virtuoso ciudadano

Se denomina liturgia a la forma con que se llevan a cabo las ceremonias de una Institución, es decir, al conjunto de actos que forman parte de su culto.

Y precisamente, es de la liturgia colorada, la fuente de donde mana toda su fuerza.

Por esa razón, todos los 7 de setiembre recordamos la partida de un gran ciudadano.

Armando Barbieri había obtenido el título de Arquitecto en la Facultad, y el de “Don” en las calles.

El pueblo lo había ungido con ese vocablo como una expresión de respeto y cariño.

La adhesión ciudadana a sus exitosas candidaturas hablan, por sí solas, acerca del respaldo popular logrado en su larga trayectoria política: Diputado Departamental, Director del Banco Hipotecario, Senador de la República, Presidente de la Asamblea General, Presidente del Concejo Departamental e Intendente de Salto.

Sus formidables realizaciones las disfrutamos en nuestros días, al tiempo que admiramos su visión arquitectónica del futuro.

La conducta digna con la que se distinguió en los años oscuros de la dictadura de Terra, como prisionero en la infame Isla de Flores, es un timbre de honor que nos enorgullece a sus seguidores.

Su amor por los estudiantes ha quedado plasmado tanto en la Escuela Industrial, en el Liceo nocturno, o en la Universidad.

Los batllistas de Salto somos muy afortunados.

Nuestra historia fue escrita por los hombres más importantes de la política y la sociedad, hacedores de la ciudad y el Departamento. Sin duda, Barbieri fue uno de ellos.

Es ante su tumba donde los colorados nos encontramos, nos hermanamos y como los jóvenes griegos, la visitamos en búsqueda de inspiración.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.