Correo de los Viernes - Imprimir Noticia
Imprimir

Un Frente Amplio debilitado y una oposición firme

Tras las elecciones internas, surge un Frente Amplio débil y una oposición que salió fortalecida. El candidato continuista Daniel Martínez peregrina de oficinas en chacras a la búsqueda de una mujer que lo acompañe –y que sepa sonreír– mientras Luis Lacalle Pou se afirmó como conductor del nacionalismo y el Partido Colorado renovó con normalidad su liderazgo. Se acorta el tiempo del populismo y vienen otros tiempos.

El candidato oficialista Daniel Martínez ganó con claridad su elección interna, pero quedó rehén de los grupos más duros del frenteamplismo, el sector de Mujica y el Partido Comunista, listas notoriamente mayoritarias y decisivas. Así, surgió tras las elecciones internas la imagen de un solitario candidato que recorre las oficinas del poder –la presidencia de la República y la chacra de Mujica– procurando una vicepresidente que le acompaña. Todo el mundo sabe que a Martínez no le gusta la gélida ingeniera Cosse, que no provoca emociones ni se hace querer. Pero detrás de la supuesta paridad de la fórmula, lo que está en juego es el equilibrio interno del poder, ya que tupamaros y bolches siguen siendo la mayoría del oficialismo –esa mayoría se reforzó ahora– y van a imponer sus condiciones. Es decir, el oficialismo nos ofrece un candidato medio desnudo, deslucido, que ganó la elección pero que tiene que pedir permiso antes de resolver. La baja votación del Frente Amplio el domingo pasado, con cincuenta mil votos menos que en las elecciones internas de hace cinco años –la oposición tuvo cien mil sufragios más- muestra un cansancio o indiferencia que son parte del escenario de desilusión con que el gobierno y los partidos que le apoyan van llegando, cansados y sin ideas, al inexorable final de su mandato.

Surge con fuerza propia la figura de Luis Lacalle Pou, quien no sólo ganó con holgura, sino que además resolvió en forma contundente el tema de la fórmula presidencial de su partido. Le hace bien al sistema político y a la posibilidad de que haya una próxima alternancia en el poder, que Lacalle Pou haya respondido al desafío electoral con fuerza y con seguridad. Su liderazgo no puede ya discutirse y, siendo un hombre joven, es mucho lo que el país puede esperar de él.

Por su lado, el Partido Colorado asistió a una renovación de su liderazgo haciendo las cosas como sabe hacerlas la vieja colectividad: con responsabilidad y con eficacia. El economista Talvi ganó muy bien la elección y Sanguinetti respondió con el desprendimiento y la grandeza que caracteriza a los grandes conductores, fortaleciendo ambos las posibilidades electorales de un partido que atravesó sin duda una crisis pero que resurge con vitalidad y convicción. Como sostuvo Sanguinetti al iniciar su campaña, los colorados vuelven a ser decisivos.

Quedan cuatro meses para la primera vuelta electoral de octubre, cuando elegiremos diputados y senadores, y apenas cinco meses para saber quien será el próximo presidente. Se hace evidente que el Frente Amplio llega agotado a esas instancias, sin candidatos atractivos ni ideas que inspiren a los uruguayos. La orfandad de propuestas fue, precisamente, una de las características de la pobre campaña frenteamplista, caracterizada por la mediocridad. A esa chatura política el gobierno y el Frente no pueden agregar resultados de gestión: tras quince años de prosperidad y de mayorías parlamentarias, el país está hipotecado y con serios problemas estructurales. Es imprescindible un cambio en la orientación nacional y para ello, la proyección de una coalición opositora que se comprometa en cuatro o cinco grandes rumbos es lo que se impone.

Ese es el mandato que, desde nuestro punto de vista, dieron los ciudadanos el pasado domingo. La gente no quiere más continuismo y busca nuevos caminos y esperanzas.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.