Correo de los Viernes - Imprimir Noticia
Imprimir

El gas se fue al pozo

Por Elena Grauert

Lo que empieza mal, termina mal.

En el año 2001, el precio del gas en Argentina se había congelado. Consecuencia: falta de inversión en la producción y, según informan técnicos de Petrobras, un pozo de gas pierde 10% de su eficiencia cada año en la que no recibe inversión.

Allí comenzó el problema: una decisión económica a contrapelo de las reglas del mercado y de la producción, conlleva necesariamente al desastre que hoy sufrimos todos, argentinos y uruguayos. Fue ahí que en Uruguay “Gaz de France”, que en aquel momento era la titular de MontevideoGas, rápidamente comenzó a buscar deshacerse del negocio en Uruguay ya que para una empresa seria podía prever fácilmente el fin del negocio y las pérdidas que se avizoraban.

En el 2003, llegó el gas natural al país y se dejó de usar el manufacturado y un año después, en 2004, ingresa Petrobras, que confiaba que el precio del gas y la abundancia de este recurso de Argentina. Por tanto, mantener la rentabilidad del negocio, según sus politizados cálculos, era plenamente factible.

Con el devenir del tiempo, Argentina no pudo mantener la promesa de vender barato el gas y —mucho menos— a sus vecinos. Así, el producto comenzó a subir la unidad de gas, que pasó de U$S 2,5 en el 2005 a U$S 25 en el 2013.

Petrobras entonces comenzó a pedir ayuda al gobierno. El gobierno de Mujica respondió que se quedaran tranquilos, que con la construcción de la regasificadora de Puntas de Sayago se solucionaría el problema. Había cambiado tanto la pisada que el negocio de la famosa regasificadora se basaba en que los vecinos argentinos necesitaban importar gas y eso justificaría la inversión. Otra entelequia económica, más espejitos de colores. En 2013 el gobierno contrató a GDF Suez, que a su vez subcontrató a OAS, en una movida más que oscura y que está teñida por los escándalos de corrupción en Brasil.

Lo cierto es que los espejitos de colores comenzaron a desteñirse y en 2015 se cayó estrepitosamente la regasificadora, entrando OAS en concordato (que hasta la fecha está paralizado), paralelo a un juicio millonario de OAS contra el Estado, ganado en primera instancia, y juicio de particulares también contra el Estado, y miles de trabajadores despedidos y al seguro de paro. Varias empresas que quebraron o cerraron, por el impacto del incumplimiento de OAS, GDF Suez y el Estado. Ergo, todos perdimos mucho dinero, por inventar soluciones mágicas, que además nos llevaron a la quiebra moral, que quizás es el peor de los perjuicios, porque los gobiernos que adoptan malas políticas, hacen perder credibilidad y ello lleva a que las empresas dejen de invertir.

Ahora la historia es denuncias penales a Gas Sayago por su intervención en el negocio de la regasificadora, miles de usuarios que no saben qué va a pasar con el servicio de gas por cañería (habiendo apostado en su momento también a ese servicio), y varias empresas quebradas con la consecuente pérdida de empleo. Pero —reitero— el mayor perjuicio es la pérdida de confianza en el país. Lo cual se agrava con la actitud sindical, que no hace más que tirar más leña al fuego. Entiendo que quieran defender sus empleos, pero ocupando empresas, llevándose por delante a la Justicia, huelgas de hambre , amenazas , lo único que logran es alejar a aquellos que quieren invertir.

Hubiera sido  mejor una actitud más negociadora, menos beligerante, que hubiera tratado de prever el problema, antes que la bomba explote. Era evidente que la regasificadora dependía de la compra de los argentinos y éstos son productores de gas, por lo que el negocio iba a fracasar tarde o temprano.

El hacerse cargo de la empresa por el Estado, probablemente va a ser el triste final uruguayo y hoy la economía no da para seguir asumiendo pérdidas. ¿Pero quién va a comprar una empresa fundida? Perdimos todos, ahora debemos volver a trabajar y mucho para recuperar la confianza.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.