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Matando al mensajero

Por Fátima Barrutta

El partido de gobierno no puede ocultar su talante autoritario

Uno de los momentos más bizarros del debate político de la última semana fue protagonizado por el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda.

En declaraciones a un informativo de televisión, expresó su más que razonable repudio a declaraciones del ex militar Gavazzo en que reivindicaba la tortura.

Pero fue un paso más allá: Miranda criticó explícitamente al diario El País por haber difundido los dichos de ese represor de la dictadura, a escasos días del 20 de mayo, en que se cumplirá una nueva marcha del silencio, en homenaje a los desaparecidos. El presidente del Frente Amplio llegó a decir que fue como si se hubiera entrevistado a Hitler días antes de la fecha conmemorativa del Holocausto.

Está más que claro que si la entrevista la hubiera realizado y publicado un medio amigo del frenteamplismo, esa insólita acusación no hubiera tenido lugar. Pero como lo fue en un diario de manifiesto talante opositor, Miranda incurrió en el insólito expediente de culparlo, agraviar a los periodistas y a la empresa que brindó ese servicio informativo, pretendiendo poco menos que convertirlos en cómplices de los execrables dichos del entrevistado.

Y ahí es donde se percibe el talante autoritario del partido de gobierno: cuando un periodista obtiene el logro de hacer confesar a un torturador sus odiosos desmanes, debe ser escuchado en lugar de censurado.

De lo contrario se incurre en el habitual traspié de “matar al mensajero”, culpar al portador de las malas noticias por su condición de tales.

Y ese exceso en el que incurrió Miranda contra el diario El País se extendió al habitual desaguadero de frustraciones en que se han convertido las redes sociales.

Muchos frenteamplistas, en lugar de repudiar a Gavazzo, agraviaron al matutino por haberlo entrevistado. Lo acusaban por ejemplo de dar protagonismo a alguien que no lo merecía, cuando es más que obvio que desde el final de la dictadura en 1984 hasta el presente, quienes más protagonismo han dado a los represores son ellos mismos, bajo consignas como “ni olvido ni perdón”. Resulta particularmente irónico que Miranda haya puesto el ejemplo de que “es como entrevistar a Hitler”.

¿Qué periodista no hubiera soñado con entrevistar a ese siniestro dictador y genocida?

Hacerlo y publicar sus dichos, ¿es acaso convertirse en su cómplice? ¿Fue cómplice de Nicolás Maduro el periodista que lo entrevistó hace unas semanas y, al exigirle que opinara sobre la gente que come de la basura, fue secuestrado y privado de sus materiales de trabajo? ¿Acaso el periodismo tiene que difundir solo noticias lindas, limpias y buenas? ¿Esa es la visión que tiene Javier Miranda de esta noble profesión?

Más bien parece que al Frente le está explotando en la cara su propia ineptitud en el manejo de la crisis institucional que devino en el pedido de renuncia al fallecido ministro Menéndez.

Los supuestos dueños de la verdad histórica terminan quedándose con el triste consuelo de insultar a quienes la develan.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.