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El país le debe un merecido homenaje a Enrique Tarigo
 Noviembre es un mes propicio para los recuerdos electorales. En estos días se cumplieron años, por ejemplo, de la victoria colorada de 1984, que signó la restauración democrática.
Pero de esas fechas inolvidables queremos rescatar la del 30 de noviembre de 1980, cuando el pueblo resolvió negarse a la reforna constitucional que promovieron los militares, en una jornada cívica ejemplar, de la que hoy se cumplen precisamente 38 años.
De esa instancia surge, en forma imborrable, el recuerdo de Enrique Tarigo, un ciudadano que con su valentía y convicción democrática, lideró las fuerzas del No, encabezó la oposición a la dictadura y abrió las puertas de la libertad. Con su lucha a través de Opinar y sus discursos en los primeros actos en los cines Cordón y Arizona, así como ocurrió en las reuniones en el interior, Tarigo se convirtió en la voz y en la cara del No. Proscriptos los principales líderes del Partido Colorado, Tarigo asumió la enorme tarea de poner al Batllismo en la vanguardia de la recuperación democrática, lo que hizo con dignidad.
La República lo recuerda con honra, aún cuando sus actuales autoridades, mezquinamente, no le han rendido el homenaje que su enorme figura merece. Los republicanos lo llevamos en la memoria y el corazón. Los gobiernos frenteamplistas se hacen los distraidos.
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