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Entre barbarie y corrupción

Por Julio Aguiar Carrasco

La elección brasileña genera una gran incertidumbre sobre el futuro del país vecino

Hace unas semanas, escribía sobre el candidato presidencial Bolsonaro en el Brasil; y cómo se iba radicalizando la elección con el candidato del PT.

A dos días de la elección, este análisis parece cumplirse, a menos que haya una corrida impensada de último momento.

La radicalización de la elección es grave y peculiar. Se trata de elegir entre un fascista convencido y el representante de un corrupto, que además está preso.

Los candidatos tradicionales no superan el 10%; hay un 15% entre el voto en blanco y los indecisos. Según las encuestas, en una segunda vuelta ganaría el candidato petista, quizás más por temor a Bolsonaro que por mérito propio.

Es difícil entender como alguien con las ideas de éste, encabece las encuestas y sea el hombre del momento. Parte de la culpa la tiene el propio PT, con su corruptela y su manipulación de la opinión pública. Si esto fuera un razonamiento falso, ¿por qué entonces el PT ha bajado a menos del 30% de los votos, cuando hace dos años Lula encabezaba todas las encuestas con un 70%?

Me resulta imposible, a esta altura, tener una idea de quién puede ganar en segunda vuelta. Cualquier cosa puede cambiar el humor electoral de la gente y modificar su voto.

Es muy difícil asimilar un triunfo de Bolsonaro. Que un fascista pueda ganar las elecciones en un país de la dimensión del Brasil, es patético.

Pero, nos obliga a reflexionar. Tampoco creía que Estados Unidos pudiese tener de Presidente a un hombre como Donald Trump: y, sin embargo, con ayuda rusa o sin ella, ganó.

Posiblemente lo de Bolsonaro es más lo que representa que lo que dice. Es un no rotundo al sistema político, a los robos a mano armada de tantos políticos, a la falta de soluciones, la poca seriedad, etc.

Este populista, de ultra derecha, que dice barbaridades que no lo debilitan, es el resultado de un sistema ganado por la corrupción y la incapacidad. En complicidad con el PT de Lula, ex socio del presidente Temer del PMDB; y rodeado por dirigentes que han ido preso no solo por el lava jato, sino por un tema anterior, el mensalao.

Sobre este caso, el entonces presidente Mujica terminó por preguntarle a Lula sobre el asunto: “Es que en Brasil hay una sola forma de gobernar”, contestó este.

Lula es un político muy capaz, intuitivo, que no se rendirá nunca, pragmático. Pero tiene un rechazo del 49% de la población: no llamaría la atención que, frente a la muy pobre gestión de otros candidatos, muchos brasileros se inclinen en primera vuelta por Bolsonaro, con tal de que no gane Lula.
 
Lo triste para Brasil y grave para el Continente, es lo que viene después de la elección. Queda un Brasil fraccionado, enfrentado, ingobernable, con odios como en Argentina y en Uruguay, que van a hacer imposible hacer algo adecuadamente.

El peronismo quedó como una mafia santificada en la Argentina. El PT de Lula representará históricamente, la corruptela institucionalizada: acá en el Uruguay el FA quedará como una pésima experiencia.

Bolsonaro es pues, la barbarie; y Lula la corrupción. El Juez Moro seguirá remando en el desierto porque, más allá de quien asuma cargos, la podredumbre del sistema pasa por encima de todo y de todos.

¡Hay lugares en donde los políticos procesados son los que van a ganar la elección!

La esperanza es lo último que se pierde. Siempre es posible que las encuestas se equivoquen y el resultado sea otro. Lo deseo de todo corazón, aunque este camino tampoco supone mejorar la gobernabilidad.

Pero, por lo menos, Brasil se habría sacado de encima dos vías que tienen el odio y la confrontación, como lemas.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.