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Los Derechos Humanos no tienen fronteras

Por Luis Hierro López

Al invocar la autodeterminación de los pueblos para no censurar al régimen de Maduro, el Frente Amplio se olvida, nada menos, de la solidaridad internacional con la oposición uruguaya que enfrentaba a la dictadura.

Es muy profundo el retroceso que admite el Frente Amplio al no animarse a censurar al gobierno venezolano, como varios países latinoamericanos y Canadá lo están haciendo ante los organismos internacionales y ante la propia Corte Penal que estableció el Tratado de Roma.

Uruguay se va quedando sólo en su acérrima defensa de la dictadura de Caracas, rodeado por los gobiernos más polémicos del continente, como los de Cuba y Nicaragua. Las democracias van alineándose todas en la posición de censurar los atropellos a los derechos humanos y a las libertades. Sin llegar al arrebato del secretario de la Oea, Luis Almagro, que propuso una intervención armada – luego intentó corregirse – son muchas las opciones diplomáticas y políticas que pueden ponerse en juego para presionar legítimamente desde la comunidad internacional. Cuando sufrimos acá la dictadura, recurrimos todos los partidos, el Frente Amplio entre ellos, a la activa solidaridad internacional, bajo el concepto que se ha consagrado y aceptado, sin dudas, de que la defensa de los derechos humanos está por encima del principio de autodeterminación.

Ahora el Frente Amplio, cómplice silencioso y avergonzado, se olvida de ese antecedente y archiva sus principios, en una actitud que seguramente indigna a muchos frenteamplistas, que deben sentirse traicionados y abandonados.

Las evidencias de los atropellos son indesmentibles. En esta misma edición de Correo de los Viernes damos cuenta de que Amnistía Internacional denuncia que hay una violencia armada endémica, generada desde la cúspide del Estado y que provoca decenas de miles de víctimas, sobre todo jóvenes, que son asesinados a mansalva. Los organismos internacionales como OEA o Naciones Unidas, o la prestigiosa Human Rights Watch, han alzado sus voces de alerta, así como lo hizo la expresidente socialista de Chile, Michelle Bachelet, apenas asumió sus funciones como Alta Comisionada para los Derechos Humanos de ONU. Los gobiernos europeos tienen unánimemente la misma actitud de censura y condena.

La crisis humanitaria por la ausencia de atención sanitaria es terrible, y a ella se suma la hambruna provocada por una conducción económica absolutamente incompetente, que ha sumido en la extrema pobreza a un país con enormes recursos naturales. La emigración forzosa es por lo tanto, enorme, y se calcula que tres millones de venezolanos ya se han ido del país, conformando la corriente migratoria más grande que se ha dado en la región.

¿Puede quedarse callado y silencioso el gobierno uruguayo ante semejante crisis?

En otro tiempo, el pequeño Uruguay estaría encabezando con valentía una cruzada latinoamericana para condenar y aislar a un régimen liberticida y corrupto. Pero con el Frente Amplio en el gobierno, los uruguayos estamos sometidos a admitir una blandura y complicidad que nos da vergüenza y que empaña nuestra imagen histórica y desdibuja nuestra dignidad nacional.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.