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Por la “defensa de la democracia en Brasil”... ¿Y en Venezuela y Nicaragua?

El pasado miércoles 3 quedó constituido —a la vieja usanza— un “Comité de defensa de la democracia en Brasil y la libertad de Lula”. El comité es revelador de la hipocresía izquierdista en su proclamada defensa de los derechos humanos.

El acto, que se desarrolló simbólicamente frente a la embajada del país norteño, contó con las significativas presencias de —informa la web del PIT-CNT“Fátima da Silva, Secretaria General de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) de Brasil y Vice presidenta de la Internacional de la educación para América Latina; Javier Miranda, Presidente del Frente Amplio (FA); Juan Castillo, Senador del (FA); el PIT –CNT; Garabed Arakelian, vicepresidente de la Fundación Vivian Trías; un representante de la Fundación Rodney Arismendi; Alejandro Acosta, Comisión Directiva Sindicato del Gas – PIT-CNT; Mónica Xavier, senadora del FA; Mario Carrero, integrante del dúo Larbanois & Carrero; y Juan Raúl Ferreira, a través de un video enviado desde EE.UU” (sic).

Todos muy jarifos, insistiendo en el relato de que la prisión de Lula es injusta y motivada políticamente. Seguramente piensen como el desnorteado Noam Chomsky, quien opinó recientemente que recibir un apartamento de lujo como coima “es casi indetectable para los estándares brasileños” y, por tanto, la sentencia dictada es “totalmente desproporcionada”. O sea, la cuestión es que, en términos brasileños, una coima de un triplex de lujo son chauchas y palitos, un cambio chico, y que, por consiguiente, que se lo haya mandado a prisión por semejante tontería es un signo de ensañamiento penal.

Obviamente, estos exponentes del “progrerío” están adelantándose a un posible triunfo del derechista radical Jair Bolsonaro, cuestionando anticipadamente y por las dudas su eventual legitimidad.

El punto es que, más allá de las innumerables barbaridades que ha proferido —como en su momento también lo hizo Trump sin que nadie pueda decir que la democracia de EE. UU. estuvo o está en riesgo—, Bolsonaro no gobierna y, por tanto, no se le puede imputar ningún acto concreto contra la democracia en Brasil.

Nicolás Maduro y Daniel Ortega, en cambio, en sus respectivos países han desatado verdaderas masacres, perpetrando violaciones a los derechos humanos a destajo, ¿pero en Venezuela y Nicaragua no hay riesgo democrático? ¿Por qué Javier Miranda y Mónica Xavier no impulsaron sendos comités en defensa de la democracia en esos países y por los —esos sí— presos políticos y, en cambio, se muestran tímidos y renuentes a la hora de condenar esos regímenes?

De los comunistas presentes en el referido comité, como Juan Castillo o el sindicalista Alejandro Acosta, no sorprende. Para ellos, históricamente, el doble estándar es una regla de oro: mirar para el costado cuando los autoritarios son amigos ideológicos y montar escándalos cuando son enemigos.

Pero en ambos casos, este comité da cuenta de su profunda hipocresía cuando se llenan la boca con la defensa de la democracia y los derechos humanos.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.