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Abanderados...

Por Alfredo Menini

Las bases de convivencia democrática y de construcción de prosperidad incluyen necesariamente el reconocimiento del mérito.

Desde siempre el Uruguay tuvo como mejor carta de presentación la educacion de su gente. Ese privilegio fue fruto de una política de Estado a la que se le podría poner como base fundamental la Reforma Vareliana.

Siempre destaco que admiro profundamente a los intelectuales de esos tiempos, quienes lograron incorporar al Uruguay tanto conocimiento cuando adquirirlo implicaba frecuentemente días de viajes en barco, sin medios de comunicación como los actuales. Evidentemente, la carencia de otros medios a su alcance les obligaba a una autoexigencia mayor , a la que le sumaban un talento natural, logrando aportar obras de provecho para la República.

Cuando vemos la moña azul en la túnica, esa misma moña que algunos andan por ahí queriendo eliminar, no vemos simplemente un trazo de tela en forma de moña, vemos reflejada en ella los valores mas probos que nos han acompañado desde siempre a los uruguayos. Esa moña azul es el mejor símbolo de nuestra educación pública, laica, gratuita y obligatoria. Con el paso del tiempo fueron pasando de generación en generación miles y miles de niños por las aulas de nuestras escuelas públicas, incorporando esos valores tan preciados y de ellas han salido hombres que han tenido el honor, por el veredicto de las urnas, de llegar a la Presidencia de la República, propiciando la filosofía de la reforma de Jose Pedro Varela, que la escuela se abra para la convivencia natural sin distinción de raza, religión o condición social, teniendo como máxima que solo se distingan los uruguayos por sus talentos y virtudes, tal como lo expresa la Constitución de la República.

Talentos y virtudes, son dos elementos fundamentales para poder construir una sociedad justa y también para que en la escuela, en el marco de las naturales diferencias existentes entre el alumnado , se destaque a algunos en particular.     En ese sentido, siempre recordaremos por diferentes motivos a varios compañeros: a algunos por su bonhomía, a otros por su simpatía, a otros por su popularidad, a otros por su aplicación y en algunos casos —lógicamente— se combinaban algunas de esas características. Sin embargo, al momento de evaluar quiénes serían los portadores y escoltas de la bandera Nacional , la de Artigas y la de los Treinta y Tres Orientales, a nadie se le hubiera ocurrido que los premiados con ese honor no fueran los más aplicados y por una sencilla razón: que un pilar fundamental de la democracia es darle el lugar justo a la meritocracia, elemento que por lo general es dejado de lado por los gobiernos autoritarios que, como primer medida para lograr sus objetivos, encarcelan a la educación.

Tristemente, todos sabemos que hay intentos porque esta tradicion histórica sea modificada y que el abanderado —mas allá de su calificación académica— sea el más popular, haciendo una falsa y equivocada interpretación de democracia. La popularidad entre los compañeros es, sin duda, un elemento que enriquece a una persona, pero en esa etapa de la vida es esencial el inculcar al niño que para llegar al objetivo mayor se debe recorrer el camino con aplicación, ya que precisamente el que las escuelas públicas den inicio a la formación lectiva con exigencia curricular será —además de la enseñanza insustituible del hogar— el primer paso para combatir, entre otras cosas, la inseguridad.

Espero, ruego, que respeten estas tradiciones, que han sido pilares en la construcción de nuestra nacionalidad.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.