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¿Sanciones si o no, o educación en valores?

Por Jorge Ciasullo

El uso de los términos ética y moral como sinónimos está muy extendido, y hace referencia en general al conjunto de principios, mandatos, prohibiciones, patrones de conducta, valores e ideales de vida buena que en su conjunto conforman un sistema más o menos coherente, propio de un colectivo humano en una determinada época histórica, que refleja una determinada forma de vida. (Formación Ética en la Universidad- María del Huerto Nari, Ana Ibáñez).

En estos días, se “viralizó” un video filmado en las afueras del liceo No 4 de Maldonado, donde se aprecia a dos adolescentes menores, manteniendo relaciones sexuales dentro de un caño de desagüe perteneciente a una obra en la zona. El hecho, fue filmado por compañeros de la pareja, que, a la vez que lo registran, los alientan para que sigan adelante con el acto.

En el video, se aprecia que los jóvenes visten equipos deportivos con las inscripciones del centro educativo.

La dirección del centro docente impuso una sanción de 15 días de suspensión a los alumnos que participaron en el hecho. Inmediatamente, el Consejo de Enseñanza Secundaria (CES), dejó sin efecto la sanción, lo que fue “repudiado” por el centro docente de la Institución.

También se inició una investigación en Secundaria, para verificar si hubo participación de adultos, así como para establecer quien subió las imágenes a las redes sociales, ya que podrían caber penas por su difusión incluso para los propios menores.

Luego, se hicieron públicos dos comunicados de profesores y padres de alumnos del centro.

El hecho, grave en sí mismo, se transformó en una discusión bizantina: si los alumnos estaban fuera del centro –aunque tenían identificación del mismo– y por tanto eran libres de hacer lo que quisieran; si desautorizar al centro por parte del CES era repudiable, basado en que se inhibía la facultad de tomar decisiones por parte de la institución; omisión del CES de brindar a apoyo a pesar que estaban en conocimiento de los sucesos y la difusión por la prensa sobre la derogación de la sanción antes de ser comunicada oficialmente.

El comunicado de los padres y amigos del liceo 4 sostuvo que la situación fue una demostración de “rebeldía, curiosidad, juego, inconsciencia, irresponsabilidad, riesgo, denuncia silenciosa, desafío a sí mismos y a la sociedad en que viven”.

Desconcierta y llama la atención que educadores, padres y gobernantes, no hayan averiguado porqué pasan estos hechos. Es decir: ¿cómo se llega a la absurda situación en que un acto sexual, que debería estar revestido de amor cariño, respeto mutuo y, fundamentalmente, intimidad de los protagonistas, pueda ejercerse por adolescentes, en un acto público, que además es presenciado por otros y filmado como si se tratara de un torneo?

No cabe, para semejante situación, alegar que algunos o todos los protagonistas pudieran estar bajo los efectos de alcohol o drogas, porque seguramente no lo estaban, y ello es más desalentador aun, para quienes hemos formado una familia, tenemos hijos y nietos. Nos preguntamos entonces, si esta degradación de un hecho que debería estar basado, reiteramos, en el amor y respeto, se transforma en una actividad deportiva y pública, no hay otra forma de definirla, sin importarle con quién y cómo. Situaciones como ésta, que no se dan ni siquiera en muchos de los seres integrantes del reino animal.

Todos los especialistas en educación de los niños y jóvenes, destacan la importancia de la familia, maestros y profesores en la educación, desde la niñez, en ética y valores.

Así, el escritor norteamericano, David Isaacs (1946), en su libro: La Educación de las Virtudes umanas”, nos ilustra: “aprovechar la cotidianeidad de la vida en familia, para formarlos en valores”. A su vez, la argentina María Lourdes Magdalena –Master en Educación– sostiene que es vital la participación de padres educadores y cuidadores, que interactúan con el niño, el educarlos en valores través de un ambiente de amor y enseñándoles, desde pequeños, a diferenciar entre el bien y el mal.

No somos especialistas en educación, por eso mismo, nos llama la atención, que quienes sí lo son- incluidos, en su calidad de responsables, los padres- no se planteen, el buscar por qué y a su vez, por lo menos, intentar revertir la situación, si es que se está a tiempo.

Una sociedad como la nuestra presenta para aquéllos que se preocupan por esta degradación de moral ética y valores, tienen como contrapartida, la mochila del Estado que libera el consumo de la marihuana, sin advertir sobre sus riesgos y daños irreversibles, probados científicamente; alienta el pase de grado a como dé lugar; no controla la asistencia a los centros de estudios de estudiantes, cuyos responsables reciben apoyo estatal; o tal vez lo peor, el ver por niños y jóvenes, padres que perciben dádivas estatales permanentes, sin tener absolutamente ninguna obligación a cambio y sin exigirles siquiera, que intenten integrar el mercado de trabajo.

 La preocupación manifiesta es, por unos, que no se respeta la autonomía del centro de estudios, por otros, el CES, una demostración de poder y por los padres y profesores aparentemente, “una demostración de rebeldía... denuncia silenciosa, desafío a sí mismos y a la sociedad en que viven”.

Ante esta situación, nos viene a la memoria, una vez más, la frase inspirada por un socialista ruso en el siglo XIX: “cuanto peor mejor” –adoptada luego por Lenin– que refería a que cuanto peor estuvieran los campesinos más alentarían la revolución. Aquí, es obvio, cuanto peor esté educado o formada nuestra juventud, mejor para las decisiones que deberán tomar, sobre quiénes y cómo gobiernen ahora y así apoyen a los mismos “ideales” en el futuro.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.