|
Y Siga el baile...
 Durante enero se divulgaron más noticias sobre el enorme despilfarro que permite el Estado: la regasificadora significa ya una pérdida de U$S 155 millones; si se hubiera importado combustible el país y sus contribuyentes se habrían ahorrado U$S 440 millones; Ute pagó U$S 59 millones por energía eólica que no utilizó. Sume el lector esas cifras y verá que... siga el baile, siga el baile...
Cuando los productores rurales hablaron del despilfarro del Estado, el gobierno salió al cruce para ofrecer algunas rebajas y alivios, que significarían volcar a ese sector unos U$S 7 millones, cifra que se pierde en el océano del gasto público, desbordado por los números sin control que se registran una y otra vez.
Dejemos de lado el desastre de Ancap, aunque los sufridos contribuyentes lo seguimos pagando a través de las tarifas de los combustibles más caros de América; dejemos también transitoriamente en el olvido la aventura de Fondes o el desastre de Pluna y vayamos a las cifras divulgadas durante enero último.
Si Uruguay hubiera importado combustibles, el ahorro habría subido a más de 400 millones de dólares, según un estudio de El Observador que no fue retrucado por las autoridades.
A su vez, como Ute se obliga por contrato con las empresas que producen energía eólica a pagarles una suma más allá del destino del producto, se supo que el año pasado el Ente debió pagar U$S 59 millones por energía no utilizada.
Finalmente, también se supo que Gas Sayago, la empresa dedicada a la regasificadora, tuvo pérdidas por U$S 155 millones aunque se trata, como todos sabemos, de un emprendimiento fantasma, ya que el proyecto no tiene destino y viene desmantelándose, pese a lo que sigue generando cuantiosas pérdidas.
Ése es el despilfarro que el país puedo haber evitado. En esos tres rubros mencionados se evaporaron más de 650 millones de dólares, que se podrían haber volcado a la gente si el país estuviera bien concebido y si los gobernantes hubieran tenido el sentido común del que carecen, pero no se han acostumbrado al gasto, sino al despilfarro. |
|
|