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Un año más importa...

Dice el tango clásico de Antonio Casciani, “que un año más no importa...”. Cuando se tiene 18 años puede ser así. Cuando la vida ha deshojado más almanaques, las cosas son distintas. Como lo son también, en ocasiones, en la vida de los países.

En el año que termina, este Uruguay tuvo debates fuertes relativos a temas de ética, que marcaron claras diferencias en los partidos. El Frente Amplio defendió durante un año y medio, a pies juntillas, al Vicepresidente Sendic, impresentable administrador público que despilfarró 800 millones de dólares en Ancap, mintió infantilmente acerca de su inexistente licenciatura y sobre el uso de la tarjeta corporativa del ente y aún anda dando explicaciones a la Justicia. Al final Sendic se rindió ante la evidencia y ahora el Frente Amplio hace como si hubieran actuado con códigos éticos estrictos, cuando al protagonista lo liquidó la Junta de Transparencia y Ética Pública y no las autoridades políticas, que lo defendieron hasta el último minuto. A lo cual se añaden las estafas particulares de la Senadora Michelle Suárez, incorporada al parlamento con bombos y platillos por su opción de género. Por su parte, el Partido Nacional sigue enredado con el episodio de un Intendente y nuestro Partido, que sufrió el tema del ex diputado Francisco Sanabría, procedió inmediatamente de modo claro e inequívoco. En ese caso, que era todo de la órbita privada y no comprometía un peso del erario, el Partido desvinculó instantáneamente al responsable por su actitud de irse del país y no encarar la situación desde el principio. La respuesta colorada se distingue claramente de las demás, por más que ciertos politólogos se empeñen en emparejar los casos.

Fueron pruebas duras para un país con una larga tradición de honestidad pública, forjada en un siglo y medio de gobiernos colorados y blancos. Tradición, por otra parte, reconocida por todos quienes internacionalmente evalúan la transparencia de las gestiones.

En cuanto al gobierno en sí, solamente suma debes. En el equilibrio fiscal, con un déficit que no cede ni medio punto y que solventa con un aumento incesante —que ya alarma— de la deuda pública. En la seguridad social, con una pésima solución para ese debate de los “cincuentones”, manejado en clave ideológica, con elevado costo y un desplume de las pocas plumas que le quedaban al Ministro Astori. En la educación, donde se acumulan los pesares y no se advierte mejoría alguna. En la seguridad pública, con el Ministro Bonomi mintiendo y mintiendo, mientras esconde que suben los hurtos y proclama a cuatro vientos la “baja” de las rapiñas, hoy en 20.000 por año, cuando eran 12.000 al asumir el cargo ministerial. En el terreno institucional, reiterando su voluntad constante de violar la Constitución, adoptando criterios políticos reñidos con los principios jurídicos más sagrados. En las relaciones exteriores, firmó un acuerdo de libre comercio con Chile que estuvo trancado un año, porque el PIT CNT no está de acuerdo con el comercio libre y ha resuelto que en nuestro país la globalización no existe. En las inversiones, donde todo se jugó a la forestación, para terminar con un acuerdo en que solo aparecen obligaciones para el Estado uruguayo y ninguna para la empresa finlandesa. En la credibilidad, por fin, cuando ha incumplido su promesa de no aumentar impuestos y de realizar grandes inversiones en infraestructura.

Hacia el año venidero, no se esperan grandes cambios. La inflación se mantendrá y para preservar ese umbral habrá más emisiones de deuda y un dólar planchado que está castigando severamente a nuestra exportación. Da la impresión inequívoca que el gobierno —como se dice en el boxeo— tiró la toalla y solo espera que los días pasen, para poner un punto final pacífico a la segunda presidencia del Dr. Vázquez. Este gobierno hizo tres ajustes fiscales y no arregló nada. El que venga detrás tendrá un severo, severísimo trabajo de ordenamiento y tendrá que hacer, de verdad, un ajuste de cuentas.

Lo importante, entonces, es construir la alternativa opositora. El Partido Nacional, el Partido Colorado y el Partido Independiente tienen el deber ante la ciudadanía de ofrecer un marco básico de acuerdos, que haga de la segunda vuelta una real opción de cambio.

Nuestro Partido Colorado termina el año mucho mejor de lo que lo empezó, con una elección juvenil en que —sin publicidad ni dinero ni medios de ningún tipo— votaron 30 mil muchachos, en demostración inequívoca de que el terreno está abonado y que solo falta sembrar y regar. Las opciones electorales recién empiezan a cuajar y en el año que viene sí quedarán definidas para afrontar la elección interna con propuestas válidas, capaces  de generar entusiasmo y esperanza. De esa recuperación dependerá un cambio de gobierno, hoy facilitado por un Frente Amplio desalentado, que ha perdido brío y se ha ido deslizando sin pena ni gloria en una gestión irrelevante. Cada día está más claro, sin embargo, que si no sumamos fuerzas y votos, la alternativa no cuajará, como lo está esperando con anhelo la mayoría de la ciudadanía. Es un deber irrenunciable de los dirigentes encontrar los mejores caminos. La historia los llama, con una oportunidad como no ha existido otra.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.