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La industria láctea en el despeñadero

Por Tomás Laguna

El país progresista terminará con la pujante industria láctea exportadora, solo CONAPROLE se salva por su fuerte participación en el mercado interno, aun así la tiene complicada.

Advertíamos en anteriores ediciones sobre la preocupación del complejo lácteo uruguayo por no ser incluido en un acuerdo comercial entre el MERCOSUR y la UE. Razonábamos lo absurdo de un país agro exportador, competitivamente apto para producir alimentos a partir de la producción de forrajes, y su vulnerabilidad en los rubros más intensivos para insertarse en los mercados internacionales. Concluíamos que los subsidios obsesivos a la producción en la UE no debían ser más que una referencia a la hora de negociar acuerdos a partir de la premisa que se exportan productos no apoyos internos, pero nunca una excusa para negarse a negociar.

Ahora bien, ¿en qué condiciones está hoy la producción láctea para enfrentar los mercados internacionales? La respuesta a esa pregunta la dio el gerente general de CLALDY, Sr. Erwin Bachman, en carta dirigida a la Sociedad Rural de Río Negro en oportunidad de su reciente asamblea. Excusándose por no poder asistir a esta convocatoria de la gremial local, Bachman refiere a la preocupante situación económica financiera que hoy apremia a gran parte del sector agroindustrial en toda su cadena, asegurando que “en 22 años de gestión en la empresa no viví algo así”. Para explicarse agregó que “los costos aumentan mes a mes, la inflexibilidad sindical, el tipo de cambio que nos encarece en dólares y hace inviable exportar, las inversiones hechas con muchísimo esfuerzo pero con créditos caros y de muy corto plazo y otros factores más, hacen que hoy los que estamos al frente estamos consumiendo salud, tiempo y enormes esfuerzos en apagar incendios, priorizar lo urgente ante lo realmente importante y créanme, es peligroso para la estabilidad del sector”. En su dramático alegato razonó que “Se nos dice que podemos llegar a alimentar 50 millones de personas pero no planificamos ni fortalecemos al sector exportador”, indicando luego que “mientras escuchamos al gobierno hablar de crecimiento histórico del PIB, a nosotros los empresarios se nos consume (a valores históricos) el Patrimonio”. Termina su angustiosa nota solicitando que el gobierno “recapacite y fije metas confiables con visión de largo plazo”.

Quien hace este alegato no es un inversor oportunista ni un oligarca terrateniente, definición utilizada para invalidar cualquier reclamo que llega del agro. Se trata de un representante de una familia alemana que hace 50 años fundaron una pujante empresa láctea, caracterizada por la calidad de sus productos en el mercado interno y que hoy exporta el 65% de su producción, en particular quesos y suero en polvo. Capital creado a partir del trabajo en el país, creyendo en el agro negocio de exportación como sustento de la economía.

No es distinta la situación de Pili en Paysandú. Una empresa láctea que exporta el 100% de lo que produce. Su principal cliente lo fue Venezuela hasta su debacle como consecuencia del socialismo siglo XXI. Hoy busca nuevos mercados, lo ha intentado con Corea del Sur pero todos los competidores ingresan con exenciones arancelarias que hacen imposible exportar con ese destino. Fundada en 1962 por el Sr. Homero Nolla, van tres generaciones de esa familia trabajando con arraigo en el país, lo mismo que las inversiones producto de sus esfuerzos. La situación de la empresa es crítica y su viabilidad solo será posible de conseguir nuevos mercados en el exterior, desde que el mercado interno no soporta otras empresas que las que hoy lo abastece.

En el litoral CALCAR, una cooperativa láctea fundada en 1956 con sede en Carmelo corre la misma suerte que CLALDY y que PILI.

Se trata en todos los casos de industrias nacionales, de capitales nacionales, todas integradas fuertemente con la producción primaria, todas orientadas a los mercados externos en base a productos de primera calidad, invirtiendo en tecnología de última generación (PILI no hace mucho importó una planta completa desde Suecia para mejorar la productividad industrial). Pero claro, no son UPM, por eso les están negados los privilegios que en una oscura negociación se les ofrece al mega emprendimientos de una multinacional (suena a panfletario, pero es lo que hubieran dicho los “progres” vernáculos de no haber estado en el poder).

La reacción de Bachman es un grito desesperado pero no aislado, la situación la viene denunciando el sector empresarial a partir de comunicados y presentaciones de la Confederación de Cámaras Empresariales, lo ha remarcado la Cámara de Industria desde tiempo atrás en cada acto del Día del Industrial, es apelación reiterada en los discursos de la Asociación Rural del Uruguay en cada Rural del Prado. Pero el gobierno y en particular el equipo económico mira displicente subido a una tabla de surf en la cual cabalga estas olas intentando llegar a la orilla que no es otra cosa que las próximas elecciones. Para entonces no sabemos si PILI estará operativa, si CLALDY habrá podido reestructurar la empresa para aguantar una año más en el mercado, si los cooperativistas lecheros de Carmelo sobrevivirán por si habrán tenido que negociar la supervivencia de la planta con CONAPROLE, como lo hicieron en su momento otras similares.

Estamos llegando a los límites en la supervivencia de aquellas empresas que apostaron a invertir y producir en el país, pero no pasa nada, menos aún si logramos clasificar para Rusia...
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.