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Rosh Hashaná
 Un nuevo año, el 5778 de la tradición judía, ha sido motivo de celebración en esta semana. Bien sabemos que en nuestro país, esa colectividad ha sido —y sigue siendo— un aporte fundamental a la vida del país, en todos los planos, desde el científico e intelectual hasta el comercial o industrial.
El Uruguay, felizmente, reconoce en sus mejores tradiciones esa doble identidad de la condición ciudadana con la de la tradición ancestral. Los uruguayos españoles, italianos, libaneses, armenios, judíos, valdenses, suizos, viven armoniosamente esa convivencia. Los valdenses, por ejemplo, están en la quinta o sexta generación, pero siguen fieles a ese antecedente, que sigue vive en ellos, con la reverencia a cosas tan importantes como que su pastor originario fundó el primer liceo del interior del país.
Los judíos, que fundamentalmente llegaron en los años 30 y 40, han tenido que defender en el mundo esa identidad contra prejuicios muy particulares que le han pesado a lo largo de la historia. Nuestro país, felizmente, ha sido muy tenaz en defender sus propios valores de la igualdad humana y por eso mismo también fue activísimo participe en la creación del Estado de Israel, con el liderazgo político de Luis Batlle y la actuación diplomática relevante de Enrique Rodríguez Fabegrat y Óscar Secco Ellauri. No obstante ese clima general, hemos sufrido el año pasado un asesinato étnico, en la persona de un honorable ciudadano sanducero, David Fremd. Lo que nos dice que aun sociedades como la nuestra, deben mantenerse activas y vigilantes en el cuidado de esa honrosa tradición cívica.
Valgan estas reflexiones para saludar a la colectividad judía uruguaya, con la idea de que es también, de algún modo, una celebración de todos quienes creemos en los valores de la civilización occidental. |
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