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Pobre Julio de Sosa...
 El pintor Julio de Sosa hizo un cuadro sobre el tema clásico de Adán y Eva, al modo del de Lucas Cranach o Albert Durero. Tanto o más circunspecto que los de ellos, con enormes hojas tapando los genitales y unos cuerpos ascéticos, casi simbólicos… Pero cometió el error de homenajear a Mujica y su señora, usar sus rostros para Adán y Eva y llamar al cuadro “Génesis Uruguay”.
Pobre de Sosa, no entendió nada…Él creyó que tributaba un homenaje y no contaba con que la pareja presidencial no sabe nada de nada de lo que es el arte como libertad, le falta cultura para entender de lo que se trata y su viejo espíritu autoritario la llevó, indignada, a mandar a la Policía a la galería para retirar el cuadro. Más o menos como Hitler cuando ordenaba secuestrar el “arte degenerado”, como revancha a su frustración de artista rechazado por la Academia de Bellas Artes de Viena.
El episodio es todo lamentable. Que caigan dos policías a una galería de arte a exigir el retiro de un cuadro es algo digno de tiempos dictatoriales. Que lo hagan sin mandato judicial, por confusa disposición de sus jefes pero inequívoca inspiración de Mujica y señora, que salieron a la prensa, enojados con el artista, con argumentos triviales, es triste.
El artista da para que le tomemos el pelo por adulón frustrado. Creyó que estaba elogiando a los “padres” “genéticos” del Uruguay y no se enteró que eran dos viejos tupamaros, una alumna mojigata de un colegio católico distinguido y un herrerista de antigua estirpe, cuya relación con el arte no va más allá de alguna payada criolla.
El tema no es el artista ni su obra: es el horroroso procedimiento. Y la actitud fascista del matrimonio presidencial. Eso nos hiere a todos como ciudadanos de un país libre y de cultura abierta. Todavía hablamos con espanto de cuando una estólida Intendencia le prohibió a Larroca unos magníficos dibujos de desnudos. Pero ahora tenemos, en la misma línea, nada menos que al gran campeón del marketing universal, el primigenio fundador de nuestra raza oriental...
¡Qué barbaridad todo...! |
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