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¿No ven la corrupción?

Entre las tantas personalidades de nuestro Frente Amplio, una de las más graves está la de su actitud ante la corrupción. Si ella roza a un partido que no revista en la llamada “izquierda universal”, no alcanzan los adjetivos para descalificarla. Si, por el contrario, afecta a un gobierno de ese mundo peculiar del voluntarismo demagógico, todas las cataplasmas se ponen a la situación para tratar de disminuir su hinchazón.

El caso de Lula y Brasil es clamoroso. Nadie en su sano juicio puede dudar de que la formidable estructura de corrupción que se montó desde el gobierno sobre la base de la influencia de Petrobras, era algo conocido para el Presidente de la República. Su mano derecha, Dirceu, super-primer ministro, que tenía su despacho pegado al del Presidente y hoy está preso como articulador máximo de los delitos, ¿actuaba por sí solo? ¿Lula ni se enteraba de cómo ocurría ese milagro de los diputados que votaban sus leyes? ¿Lula viajaba en el avión de Odebrecht a Venezuela a cobrar deudas y no tenía nada que ver? Vivía en una gigantesca finca construida por esa misma empresa, ¿pero nada lo conectaba con sus negocios?

Semana a semana se van acumulando pruebas en contra de Lula, quien fuera un líder mimado por el mundo entero. Era el primer sindicalista que llevaba adelante una política económica seria y el primer obrero que presidía un gran país. En una palabra, para todos los paladares…Y su primer gobierno fue realmente una administración razonable. Hasta que la ambición colectiva de perpetuarse en el poder le arrastró a él y a todo su partido a una situación nunca vista.

¿ Cómo, entonces, se puede seguir hablando de la pobre víctima? ¿Cómo seguir considerando un atropello el juicio político a una Dilma que presidio siete años el Consejo de Administración de Petrobras y asumir que ella tampoco se enteraba de nada?

Realmente asombra la dualidad ética. La misma que ha soslayado la ostensible venta de influencia de la “barra” amiga de Mujica, por supuesto pequeños rateros al lado de los brasileños, pero —a nuestra escala— aprovechadores escandalosos que exhiben una fortuna sorpresiva, al tiempo que abrazan al “austero” hombre de la chacra…

El tema ético no es menor. Realmente no es menor. Y va corroyendo, lentamente también, una de las fortalezas tradicionales de nuestra vida política, que habrá sufrido algún episodio puntual de corruptelas o abuso, pero que nunca llegó a la contaminación del sistema ni a esta exhibición de los muchachos de “viento fresco”, que parecen kirchneristas en su desvergüenza para mostrar su escasa moral.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.