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Más allá de la Justicia, la cuestión es moral

El Presidente de la República dice que el tema de su Vicepresidente es judicial y que él va estar a lo que diga la Justicia.

No es así, tan sencillo. Diga lo que diga la Justicia, hay una inexcusable falta moral: la de un señor de esa jerarquía institucional que miente reiteradamente, atribuyéndose una ”licenciatura” que no alcanzó porque no existe. Ese es el núcleo de la cuestión, la insistencia en mentirle a una ciudadanía que tiene todo el derecho a saber de qué se trata.

Sobre si esto es delito o no, lo dirá el Juzgado. El artículo 167 del Código Penal condena al que “se abrogue títulos académicos o ejerciere profesión para cuyo desempeño se requiera una habilitación especial”. No hay duda de que el Vicepresidente se “arrogó” un título que no posee, aunque no haya ejercido esa profesión. La actitud de “arrogarse” fue reiterada, incluso, en el tiempo, cuando afirmó que tenía títulos que luego nunca aparecieron. Finalmente parecería —ahora— que ha conseguido algún papel que testimonia ciertos estudios, pero el “título”  no está.

Algunos juristas cuestionan el artículo porque dice “abrogarse” (derogarse) en vez de “arrogarse” (atribuirse algo) y concluyen que es inaplicable. Es un formalismo sin sustento, porque el sentido de la disposición es clarísimo y no puede interpretarse en su perjuicio. Es notorio que hubo un error gramatical pero no conceptual.

Hilando fino también podría hablarse de falsificación ideológica, delito en el que incurre el funcionario que “diere fe de la ocurrencia de hechos imaginarios” (artículo 238).

Más allá de este debate jurídico-penal, repetimos que lo principal es la falta moral, la incorrección ética, la inconducta de pretender vestirse con un título académico del que se carece. Eso solo, en alguien que ocupa el segundo cargo de la pirámide institucional de la República, ya le ha condenado.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.