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Tabaco y marihuana
 El Presidente Vázquez ha celebrado en Naciones Unidas la victoria del país en el sonado juicio con Philip Morris. Cabe felicitarlo a él por una batalla en la que ha tenido un empeño personal, no exento de riesgos. Su campaña de difusión, pese a su agresividad, aún no ha alcanzado un resultado rotundo, pero notoriamente ha logrado una disminución apreciable del consumo.
Mientras esto transcurre en felices andariveles, por otro lado el consumo de marihuana y drogas en general campea a sus anchas. Al amparo de los retardos y vacilaciones en la aplicación de la ley que “reguló” la marihuana, las aprehensiones de la droga han subido espectacularmente, revelando el auge de su consumo. La marihuana ha sido bendecida por la ley, no se han difundido en serio las nefastas consecuencias para la salud que produce y, viento en popa a toda vela, crece y crece, alentando además la introducción de la cocaína.
Los números asustan. Mientras en 2010 se incautaron solo 380 kilos, a partir de allí se pasó, año a año, a 1.930 kilos, luego 1.948, 2.188, 2.522 el año pasado y ahora —ya en julio— se había superado el nivel récord de 2015, con 2.774 kilos.
El propio Presidente Vázquez enfáticamente advirtió, hace ya algunos años, sobre los efectos de la marihuana en la salud psíquica y hasta en el cáncer. ¿Seguiremos así? Mientras se vuelca todo el esfuerzo al tabaco, que hace muchísimo daño pero no altera la conducta, estas drogas, que producen efectos tanto en la salud como en el comportamiento humano, siguen creciendo. La juventud está consumiendo tempranamente la marihuana, en la peor época para contraer adicciones. Hasta en los liceos se la ha introducido de un modo realmente alarmante.
Es realmente una irresponsabilidad. ¿Qué se espera? ¿Qué Mujica reconozca algo de su improvisada ley, tan improvisada como todo lo de él? |
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