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Un artista rioplatense generoso

La hermosa casa de García Uriburu en la Laguna del Sauce es un cumplido testimonio de su pasión estética y su vocación ecológica. Allí vivió años felices, en que fue juntando, en remates y talleres, testimonios hermosos de la escultura uruguaya, con la que formó una colección que legó al Estado uruguayo y es hoy la base de un magnífico museo en la ciudad de Maldonado. Para no cambiar la costumbre, hubo que vencer inverosímiles obstáculos a fin de que ese gesto desinteresado pudiera cuajar en una institución.

Generoso, abierto, simpático, sembró amistad y alegría con su persona y con su arte. Luego de unos inicios en el abstracción de la época, se pasó a un mundo pop irreverente, que hizo eclosión en la Bienal de Venecia en 1968, cuando tiñó de verde el Gran Canal. Sus grandes cuadros, de fuertes colores planos, con paisajes de campo, vacas, animales, han sido un llamado al respeto a la naturaleza, expresado con frescura y espontaneidad. Grandes figuras de la historia le permitieron también evocaciones plenas de humor y colorido.

Hermosas obras de inspiración ambientalista, de gran tamaño, se pueden ver en el MALBA de Buenos Aires y en el Ralli de Punta del Este.

Su últimos años fueron difíciles. Ni su salud ni su familia le dieron tregua. Mantuvo, sin embargo, un espíritu enhiesto y deja hoy el recuerdo de su delgada y simpática figura, jovial y sonriente, junto al legado de una obra singular, personal, hija auténtica de su sensibilidad e inspiración.

J. M. S.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.