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¿Ejército embanderado?

En nombre de ese sano principio de neutralidad, los militares no pueden participar en actividades políticas o acciones proselitistas que choquen con esa neutralidad. Es más, a los funcionarios en general se les prohíbe utilizar las “denominaciones de reparticiones públicas” en asociaciones de cualquier naturaleza, para preservar ese estatus especial. De ese modo, conviven en la República partidos, iglesias, cultos religiosos y agrupaciones ideológicas o filosóficas.

Motivan estas reflexiones la participación de los Comandantes en Jefe del Ejército y de la Fuerza Aérea, así como varios generales y oficiales en actividad, todos ellos uniformados, en una misa oficiada por el Cardenal Sturla como homenaje al Ejército.

Participar de una misa , uniformados, es clara e inequívocamente una acción proselitista, un acto ostensible de embanderamiento con una religión particular. En una estructura jerárquica donde el vínculo de la subordinación es fundamental, la presencia de los comandantes en jefe y otros generales en actividad, uniformados, es un acto de inocultable proselitismo.

¿ Cómo deben sentirse quienes están sometidos a la jerarquía de esos jefes que, más allá de la adhesión al Estado democrático y al cumplimiento de sus leyes, se exhiben de ese modo proclamando la adhesión a una religión?

El uso del uniforme está reservado a todo aquello que hace a su función específica o “actos, ceremonias o recepciones de carácter oficial”. Expresamente se autoriza en las ceremonias de matrimonio y nada más.

En lo personal, cualquier militar tiene, como ciudadano amparado por la Constitución, el derecho de profesar libremente la religión que quiera. O no adherirse a ninguna. También tiene derecho al voto, pero no a pronunciarse a favor de un partido o ejercer una acción proselitista.

Por esta vía, se está abriendo un peligroso camino que aleja a las Fuerzas Armadas, como institución, de su neutralidad en temas filosóficos, religiosos o políticos. Se está rompiendo una sana tradición republicana y generando un motivo de división en una estructura que tiene que ser orgánicamente cohesionada.

Si bien la presencia era voluntaria, se usaron las redes oficiales para la convocatoria, según lo dice “Búsqueda” en su última edición. O sea que no se actuó tampoco dentro del ámbito estrictamente privado. En términos prácticos, una invitación trasmitida de ese modo es prácticamente una orden. A ello se añade un regalo del “Ejército Nacional” al Cardenal, por haber oficiado la “santa misa”, lo que –mucho más allá- invoca a la institución.

¿El Ministro de Defensa autorizó esa presencia o fue una actitud dispuesta simplemente por los comandos?

En cualquier caso, se está agrediendo, una vez más en los últimos tiempos, la pacífica convivencia que el país ha construido con mucho esfuerzo, a lo largo de los años. Se abren polémicas, se ponen en debate asuntos que ya están laudados por los años.

El tema no debe quedar así como así. Merece aclaraciones y asunción clara de responsabilidades.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.