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Deslucidas Bodas de Plata
 Al acto estaban invitados los Presidentes de los países miembros o asociados, pero ninguno vino. Salvo el Canciller paraguayo, tampoco hubo titulares de los Ministerios de Relaciones Exteriores de Argentina, Brasil y Venezuela. En una palabra, poco interés.
Estaban presentes, eso sí, los miembros del Parlasur, legisladores que cultivan la modalidad novedosa del turismo rentado, para venir a conversar y tomar café un rato, sin producir nada de valor positivo. Los brasileños, por cierto, que no pasaron inadvertidos: cuando estaba por iniciarse la sesión, uno de ellos se paró delante de la sala y, en inflamado discurso, se quejó del agravio que significaba que estuvieran sentados en la últimas filas de sillas de la sala. Parecía que estaba votando sobre el impeachment o proclamando la independencia nacional…
Muy desubicado el hombre, por cierto. A lo que respondió el Presidente Vázquez diciendo que atendía la protesta y él se marchaba también a sentarse atrás. Con poco éxito, porque los parlamentarios “lulistas” ya se habían retirado y no respondieron al gesto —bastante discutible institucionalmente— de nuestro Presidente.
La reunión se hizo, con la palabra de los Ministros y Vice Ministros sentados en un estrado, en que la silla del medio, reservada obviamente a quien debía presidir el acto, permaneció vacía todo el tiempo.
Cuando terminaron de hablar, el presentador señaló que se hacía una breve pausa para permitir que el Presidente Vázquez, que seguía sentado atrás, se retirara.
El Ministro Nin habló bien. Tocó el tema Brasil con prudencia, apelando a la necesidad de atenerse a la Constitución. Y agradeció especialmente al nuevo gobierno de Argentina por las decisiones integracionistas ya tomadas. Por lo demás, todo muy pobre.
Es evidente que el Mercosur no apasiona a nuestros gobiernos, pese a las declaraciones que se hacen. Salvo a los quisquillosos parlamentarios brasileños y a los vapuleados venezolanos, que portaron carteles contra Maduro y su dictadura. |
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