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TISA de regalo

El TISA (Trade in Services Agreement) es un acuerdo en proceso de negociación por fuera de la OMC y del Acuerdo General en Comercio de Servicios (General Agreement on Trade in Services, GATS), que comenzó en febrero de 2012 a propuesta de EEUU. En adelante se fueron incorporando varios Estados, siendo hoy 23 partes aunque como la Unión Europea —que ingresó como tal— representa a 28 países, en realidad son por ahora 50 países. Esas 23 partes son: Australia, Canadá, Chile, Taiwan, Unión Europea, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein, Nueva Zelanda, Noruega, Corea del Sur, Suiza, Estados Unidos, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú, Paraguay, Pakistán, Turquía y Uruguay, que —sorprendentemente porque fue en medio del gobierno de Mujica— se incorporó en setiembre de 2013 a las conversaciones y fue aceptado en febrero de este año luego de que el Congreso de EEUU diera el visto bueno para ello.

El TISA —en rigor, su proceso de negociación— tiene sus peculiaridades, empero. Una de ellas es que las partes que se incorporen a ese proceso, deben aceptar los acuerdos a que ya se haya arribado con anterioridad a su incorporación. Suena razonable porque, de lo contrario, cada nuevo ingreso podría suponer la renegociación de todo desde cero.

Otra particularidad es la llamada “ratchet clause” (“cláusula trinquete”). La misma supone que cualquiera de los Estados parte que unilateralmente dictamine normas que apunten a una mayor liberalización del mercado de servicios, no podrán revertirlas después. O sea, sólo se puede avanzar hacia un régmien de mayor libertad del mercado de servicios, no hacia menos. Por ejemplo, en el marco del TISA, Uruguay no podría establecer el monopolio de ANTEL en la telefonía celular. Y si mañana decretara la liberalización de la trasmisión de datos por cable (fibra óptica, cable coaxial, etc.), ya no podría derogar esa medida.

Y la otra gran singularidad del TISA es el secreto. Efectivamente, las partes negociantes están obligadas a no divulgar los términos de la negociación a terceros. El gobierno de Mujica (y nos seguimos sorprendiendo) llevó tan lejos el hermetismo que ni siquiera informó al Presidente electo ni a su futuro canciller. Los dos se enteraron a poco de asumir y —cuentan por ahí— lo habrían hecho a través de los medios.

El secretismo tuvo una filatración internacional, empero. Efectivamente, el año pasado Wikileaks dio a conocer el borrador de anexo referido a los servicios financieros. Wikileaks señaló en su comunicado de prensa que “el borrador de Anexo de Servicios Financieros establece reglas que puedan ayudar a la expansión de las multinacionales financieras —con sede principalmente en Nueva York, Londres, París y Frankfurt— en otras naciones mediante la prevención de los obstáculos reglamentarios. El borrador filtrado también muestra que los EE.UU. tiene especial interés en impulsar el flujo transfronterizo de datos, lo que permitiría el intercambio desinhibido de datos personales y financieros”.

La polémica ya comenzó a insinuarse. El PIT-CNT puso el grito en el cielo. La Unión de Exportadores, en cambio, tiene una visión más optimista: “Todo lo que facilite el comercio es bienvenido”, señaló su presidente al diario “El Observador”.

Dentro de la izquierda, quien ha puesto el grito en el cielo es el economista Antonio Elías, integrante de la “Red de Economistas de Izquierda”, quien ha escrito varios artículos señalando los peligros que supondría para el país y su soberanía.

Será interesante ver cómo se procesa este debate en el seno del oficialismo. Quienes podrían aparecer en franca oposición a semejante tratado (que de haber sido suscrito por un gobierno colorado o blanco, habría supuesto un escándalo de proporciones apocalípticas), como el MPP, fueron quienes impulsaron la participación de Uruguay.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.