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Delito, moral e impericia

Es opinable si Calloia cometió o no un delito. Lo que no es discutible es que, políticamente presionado por el entonces Ministro Lorenzo y el Presidente Mujica, se prestó al uso indebido de su autoridad para adornar una puesta en escena, forzando la concesión de un aval por fuera de todas las reglamentaciones bancarias, en un acto de inmoralidad política e impericia en la gestión de los recursos públicos.

El ex Presidente del Banco de la República ha sido exonerado de su procesamiento por el Tribunal de Apelaciones. Por mayoría, este cuerpo ha considerado que su actuación en el episodio del famoso aval de Pluna, no configura un delito. El Fiscal, al igual que el miembro disidente del Tribunal, sigue pensando lo contrario y por eso mismo ya apeló la sentencia.

El Frente Amplio lanza campanas ha vuelo, como si ya estuviera todo claro y limpio en el gigantesco frangollo de Pluna, con sus 300 millones de dólares de pérdida, la irresponsabilidad de su cierre y la farsa del remate, expresiones supremas de su incapacidad.

Que Calloia haya o no cometido un delito de abuso de funciones, puede ser discutible. Que lo hizo por presión del Ministro de Economía y del Presidente de la República, en cambio, es un hecho notorio y comprobado. Se trataba de asegurar el éxito de un remate disparatado y siendo condición un aval, se forzó esa resolución del Banco de la República, en tiempo récord y sin atenerse a las prácticas bancarias impuestas por todos los reglamentos.

Si no fue un delito, no hay duda que significó un uso indebido de la autoridad conferida. A nadie le dan un aval sin investigar antecedentes y solvencia en tan corto lapso. Nunca se ha comprometido al Banco de la República en 13 millones de dólares de ese modo. La farsa en curso requería esa instancia y el Cr. Calloia se prestó. Fue una inmoralidad política, porque se usó al banco del Estado como un recurso táctico para intentar la imposible salvación de un negocio mal encarado desde el primer día. Y en último extremo fue también una muestra de impericia en asuntos de una magnitud que requerían de hombres de Estado con más categoría que bancarios comunes y silvestres como lo es el ex presidente del Banco de la República. Él no actuó como actúa un presidente de banco. Lisa y llanamente se prestó a adornar la farsa del remate. Y de esta condena no lo salva nadie.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.