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"El más preparado"

El prejuicio poca mella hará en quien, entre la mayor parte de los formadores de opinión pública, es considerado por lejos el candidato más preparado.

Ha pasado a ser un lugar común, entre periodistas y encuestadores, el concepto de que Pedro Bordaberry es el candidato “más preparado”. En todas sus presentaciones se le ve como el más claro, el más seguro en las respuestas, el más sereno, el que usa un lenguaje entendible aunque no vulgar.

Aun en las pocas ocasiones en que se le ha visto junto al ex Presidente Tabaré Vázquez, que naturalmente ostenta el galardón de cinco años de experiencia en la máxima magistratura, la opinión hace ese mismo favorable juicio. Así ocurrió en la presentación que hicieron todos en la Exposición Rural y —solo con la silla vacía del candidato frenteamplista— ocurrió días pasados en el Ateneo, como lo reveló una encuesta de Interconsult.

Por aparte, nadie discute su honestidad. Nadie discute su independencia de criterio, porque en el acierto o en el error actúa conforme a su juicio. Mucho menos, su capacidad de trabajo, que lo ha llevado a donde hoy está.

¿Qué pasa entonces?

Funcionan los prejuicios, alimentados por ese runrún machacón en que los frentistas son maestros, para repetir todo el día el mismo rumor o descalificación.

El estereotipo de ese prejuicio dice que es un conservador. ¿Por qué? Porque pertenece a una familia rural tradicional y es católico. Lo primero no indica nada, sobre todo cuando está claro que no es ningún latifundista, porque la estancia de su padre, dividida entre siete hermanos, le da a él una parcela bien mediana.

A esto se le añade una falsedad: que “es del Opus Dei”. Podría serlo y ello no descalifica a nadie, como tampoco descalifica ser masón, ateo, musulmán o jesuita. Sin embargo, no integra el Opus, aunque sea católico al igual que un porcentaje amplísimo del país.

Por supuesto, se repite que jugó al rugby, como si este deporte no fuera universal y cada vez más popular. Se ignora, en cambio, que también jugó al fútbol en la Liga Universitaria, aun más que al rugby.

La peor tacha viene de su condición de hijo de Juan María Bordaberry, que luego de ser electo Presidente de la República en la elección de noviembre de 1971, encabezó el golpe de Estado de 1973, cuando él tenía solo 13 años. Su posición al respecto ha sido clara. Como hijo, acompañó a su padre en los momentos de desgracia, en su comparecencia ante el juzgado que lo condenó, del mismo modo que en sus declaraciones públicas ha expresado su rechazo a la dictadura. “No me pidan que hable mal de mi padre”, ha dicho y eso es respetable. Pero nadie tiene derecho a trasladar los errores políticos de su padre, a una trayectoria personal democrática que ya lleva años.

A Mujica no se le enrostran sus asaltos y crímenes, cometidos como guerrillero en su lucha por destruir la institucionalidad democrática. Todo se perdonó. A Sendic, lejos de pesarle la actuación de su padre, le da una suerte de timbre de honor, pese a que fundó y lideró un movimiento profundamente antidemocrático. A Bordaberry, en cambio, se le hace pesar su condición filial, sin juzgar su intachable actuación como abogado y profesor, como Ministro de Turismo y Ministro de Industrias, sus años de laborioso Senador y su esfuerzo por levantar a un Partido Colorado, que se había derrumbado luego de la crisis de 2002 y al cual le devolvió su protagonismo. Es más, su ascenso en la colectividad colorada fue fruto de su esfuerzo y de la democracia interna, a la que apeló. ¿Cuál es el reproche, entonces?

Es algo entristecedor tener que estar hablando de este tema, aclarando, explicando, cuando se trata de hechos ajenos a la personalidad de un candidato en quien se reconocen sus valores y nadie cuestiona su trayectoria política, que lleva ya catorce años de actuación ininterrumpida. Es verdad que se han criticado algunas de sus decisiones políticas, como la elección del compañero de fórmula o retirar los directores de los Entes Autónomos, pero son apreciaciones políticas que —acertadas o no— de ningún modo comprometen su trayectoria; se trata de los errores y equívocos propios de una actividad bien cambiante como la política.

Dicho todo esto, a esta altura de la campaña, los colorados podemos decir que además del capital histórico y moral de nuestro Partido, mostramos un candidato de relieve, que se destaca por sus valores. Lo que nos lleva a pensar que su votación superará ampliamente el registro de las encuestas. Los prejuicios comentados llevan a mucha gente a silenciar su preferencia electoral, pero todo indica que, a la hora de la verdad, en el cuarto secreto, esos pronunciamientos favorables aparecerán y hasta producirán una sorpresa.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.