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Es necesario garantizar el buen uso de los dineros públicos

Por Jorge Ciasullo

El Diario El País del pasado Domingo 10, bajo el título: “Grietas en el Control del Estado”, expone, en un detallado artículo, una serie de gastos realizados por distintas dependencias del Estado, que fueron observados por el TCR.

Como es sabido, una dependencia estatal que reciba la observación sobre determinado gasto, recurre a un mecanismo, ideado como excepcional pero convertido en norma, que consiste en “reiterar el gasto”. Al darse esta situación, se elevan los antecedentes a consideración de la Asamblea General, donde finalizan archivados, sin pronunciamiento. Ello debido, generalmente, a la imposibilidad de analizar miles de documentos contables en poco tiempo.

Se han creado otras dependencias destinadas a dar transparencia a la administración pública: La Junta Anticorrupción y La Ley de Acceso a la Información Pública. En el primero de los casos, actúa en primer lugar la justicia y la Junta actúa luego que la justicia se pronuncia o procesa. En el segundo caso, cualquier ciudadano puede solicitar información sobre distintos hechos o aspectos de la Administración. Sin embargo, la información se retacea, se demora o se otorga parcialmente. Para peor, luego de aprobada la Ley, se la limitó estableciendo que aquella información calificada como confidencial no se otorgaría.

En consecuencia: El TCR actúa como debe pero sin consecuencias; La Junta Anticorrupción lo hace tarde y La Ley de Acceso a la Información Pública, cuando se cumple, lo es parciamente.

En el año 2011, se informa en el artículo citado, la Auditoría Interna de la Nación presentó un proyecto para instalar unidades en todos los ministerios, con el objetivo de tener controles “más efectivos y periódicos”. El proyecto se encuentra en la Oficina del Servicio Civil. Se cree que se convertirá en decreto en el próximo gobierno.

Para aquilatar la gravedad de lo que está ocurriendo, que a nadie escapa que esta situación de gastos incontrolados e incontrolables, se ha agudizado en los últimos años, conviene citar algunos ejemplos observados por el TCR

PLUNA: se observó el irregular proceso anterior y posterior al cierre y se advirtió sobre sus balances.

Corporación Nacional para el Desarrollo (CND) Administró fondos por más de 160 millones de dólares, no siendo posible que el TCR se pronunciara porque la documentación presentada estaba incompleta. Igual situación en períodos anteriores

Agolan: La textil dio millonarias pérdidas siendo su información contable incompleta

ASSE- El TCR advirtió sobre los contratos tercerizados

ANTEL Arena: El TCR observó el gasto

Intendencia de Maldonado: el 90% de los gastos en el año 2012 fueron observados.

Ministerio de Desarrollo Social: evade sistemáticamente los llamados a licitación, como lo aceptó el Ministro Olezker (que comentamos en el número anterior) “se tiene clara conciencia que las contrataciones directas no se encuentran amparadas dentro del marco legal vigente”.

ANCAP: se Aprobó un balance con pérdidas millonaria (190 millones de dólares) bajo criterios no previstos en ninguna contabilidad de un pequeño comercio barrial.

Podríamos continuar citando situaciones iguales, en las cuales, como en TODAS las anteriores, bajo reiteración del gasto, toqueteo de números, evadir normativas, etc. nada ocurrió.

Consideramos que el control de la ejecución presupuestal en cualquier dependencia debe ser desde su programación, objeto de estricto control.

Control que debe partir de las jerarquías de cada una de ellas, porque no basta con declaraciones tipo “gobierno honrado país de primera” o “podemos equivocarnos pero no metemos la mano en la lata”.

El ejemplo además debe partir desde la propia presidencia, no basta tampoco con hacer alarde de cómo se vive o que vehículo se posee, hay que ordenar claramente hacia toda la escala jerárquica.

Recientemente, recordamos los 50 años del fallecimiento de Luis Batlle Berres, un hombre especialmente preocupado por el destino de los fondos públicos. Fuimos testigos de que envió a seleccionar y negociar la compra de nuevas unidades ferroviarias a una persona de su absoluta confianza, por la certeza que, en sumas millonarias a cargo del estado, se corría el riesgo de la coima. También recordamos, que ordenó que todos los vehículos oficiales de todas las dependencias del Estado llevaran impreso en ambas puertas delanteras la dependencia a la cual estaban prestando servicio. Pequeños ejemplos de un gran administrador.

Eran otros tiempos y era otro Presidente.
Correo de los Viernes.
Publicación Oficial de la Secretaría de Prensa del Foro Batllista.