Correo de los Viernes - ¡Volvamos a decir novios, esposos, amantes!

¡Volvamos a decir novios, esposos, amantes!

Una reciente crónica del diario argentino Clarín hizo pensar y escribir a este cronista de Correo respecto al abuso sobre el término “pareja”, mencionado tanto para hombre como para mujer, para hacer referencia a los novios, compañeros o compañeras de una noche, amigos ocasionales o famosos sorprendidos por los “paparazzi”, pero también utilizado para hombres y mujeres con una relación estable y conocida.

¿Para qué tanta confusión, cuando se trata de decir, en buen español y pensando correctamente, marido y mujer o mujer y marido, según sea la prelación de la fama?

La novelería de la igualdad de los sexos - y de las sexas, seamos correctos – impuso aquí en Uruguay, hace un tiempo, de la mano del frentismo populachero y vulgar, el término “mi compañero” o “mi compañera”, código con el cual los militantes daban cuenta que no les importaba la libreta de casamiento porque eran revolucionarios. Y ellas, las revolucionarias, se negaban a usar el apellido de sus maridos, con lo que todos pasaron a ser genéricamente compañeros. A ese avancismo a ultranza que impuso la ficción revolucionaria le acaba de ganar otra expresión, teñida de la ambigüedad sexual que caracteriza a nuestra época: apareció “la pareja” – hombre, mujer o mono, no importa – dado que la prensa, siempre indulgente con las modas, tiene que mencionar de algún modo a los famosos que van a las grandes galas con acompañantes extraordinarios, como ocurrió en la reciente entrega de los Oscar, donde aparecieron hombres casados con hombres - el presentador de la última fiesta de Holywood– o un guionista galardonado, argentino, hombre, que es “pareja” de una chica que en realidad es un ex hombre ahora travesti, lo que efectivamente ocurrió. No le pida el lector a este humilde cronista que explique cómo funciona ese matrimonio, pareja o juntazgo, ni que enderece la gran confusión en marcha, porque eso supera totalmente las aspiraciones de este escribidor.

Estas noticias han llenado de incertidumbre conceptual e idiomática a la prensa del barrio y, por ejemplo, un diario que suele estar muy bien escrito como Clarin, publicó un informe sobre dónde invierten los futbolistas famosos y hablando de Gerard Piqué escribió : “La pareja de Shakira eligió la diversión y la gastronomía para poner su dinero”. Cualquier lector atento al idioma puede haber quedado atónito, porque casi todo el mundo sabe que Shakira vive con Piqué, tiene dos hijos, y por lo tanto, sin dudas conceptuales o idiomáticas, son mujer y marido. Piqué preñó a su mujer Shakira, por lo menos dos veces, luego de ser amantes durante un tiempo. ¿O será –dado que el diario dice “la pareja”, es decir, femenino- que Shakira tiene caídas lésbicas y tiene una amante mujer y oculta, con la que ha tenido hijos por inseminación artificial?

Pero se trata del zaguero del Barcelona, Gerard Piqué, tan famoso como su mujer y si bien quizás no gane tanto como ella, es muy varonil y conocido, denigrado por la pobreza de los periodistas a su triste condición de…“ la pareja”. Qué quedará para un vecino del Borro… Ni qué decir si el vecino es travesti… ¿La prensa le dirá entonces “el” pareja? ¡Qué lío!

La estupidez ideológica invade al idioma. Hay que volver a escribir y a hablar de esposo y esposa, hombre y mujer, novio y novia y de amantes, aún clandestinos. A menos que la extravagancia ideológica y moral nos complique del todo y la relación con los monos, o monas, vaya uno a saber, sea lo que predomine en la conducta sexual y familiar de los próximos años.