Los señores Víctor Hugo Morales y Marcelo Tinelli, el primero, uruguayo, periodista deportivo en sus orígenes, radicado hace años en la Argentina y el segundo, principal figura de un programa de entretenimiento televisivo, ambos de alta audiencia, se han referido, a un resultado deportivo en un caso y festejos en el otro, relacionados con el campeonato mundial de futbol realizado entre junio y julio en Brasil.

El Señor Marcelo Tinelli, luego de la derrota del equipo anfitrión, subió a las redes sociales una canción a la cual modificó la letra: “Brasil decime que se siente quedar afuera del mundial. Te juro que aunque pasen los años nunca te vas a olvidar. Que Neymar no existió, Que Alemania te c…Vas llorando hasta el Cristo Redentor. La final la vas a ver en tu casa por TV. No te salvan ni los rezos de Pelé.”

No merecerían mayores comentarios las frases anteriores, sino fuera porque quien las divulga, es un personaje, como se ha dicho, de alta audiencia, en un programa en el que las actitudes y expresiones de los participantes, ha llevado a calificarlo como la “ tinellización” de la televisión, en referencia a la permanente grosería y ordinariez que se trasmite durante su desarrollo.

Este calificativo, no ha hecho mella evidentemente en el Señor Tinelli, la prueba está en que agrega ahora una burla con un término particularmente soez, refiriéndose a la derrota del equipo de Brasil frente al seleccionado de Alemania. Esto es, ni siquiera frente al seleccionado de su país. El trasmitir, desde el punto de vista deportivo, el saber perder o ganar o el mínimo sentimiento de hermandad latinoamericana, no integra, evidentemente, los códigos de este comunicador.

En cuanto al Señor Víctor Hugo Morales, su actitud es tal vez más grave, en primer lugar, porque utilizó su espacio en Radio Continental, es decir,” a micrófono abierto” y en segundo lugar por un agravio inaceptable a todo el pueblo alemán que, conlleva, en sí mismo, incitación al odio.

En efecto, se refirió al festejo de 5 jugadores del seleccionado alemán, que cantaban: “así caminan los gauchos, (mientras se agachaban)..Así caminan los alemanes (mientras saltaban)” Más allá , de que cada quien califique la canción y actitud de los jugadores como le parezca, en nuestro caso –infantil– el Señor Morales se refirió a los mismos como “nazis asquerosos, imbéciles y otros calificativos, agregando que habían sido responsables de la muerte de millones de personas.

Ciertamente, no merece el pueblo alemán semejante exabrupto- Alemania, para información del Señor Víctor Hugo Morales, resarció a las víctimas material y simbólicamente y lo hizo durante más de 50 años. Ha reconocido y asumido sus culpas y hoy en las escuelas se estudia el Holocausto, es decir no se oculta, se analiza y se elabora, bajo el objetivo del “nunca más”

Mientras hoy, en diversas partes del mundo, se cometen diariamente genocidios y violaciones atroces a los derechos humanos, a los que no se ha referido el Señor Morales y parece no preocuparle.

Alemania es hoy, en el concierto europeo, uno de los motores de la estabilidad económica y en lo mundial garantía para la paz. Es, además, una nación de acogida de inmigrantes de todos los orígenes y su propia selección de futbol es una muestra de ello. Por todo lo cual y mucho más no merece el pueblo alemán semejante agravio.

En definitiva tanto Víctor Hugo Morales como Marcelo Tinelli son comunicadores, en el sentido más amplio de la palabra, toda vez que disponen de herramientas que les dan una situación privilegiada frente a la mayoría de los ciudadanos, por medio de la cual, abusan, mercenariamente, de la libertad de expresión, que, en nuestras sociedades todos defendemos.

¿Qué es para nosotros un comunicador?

Es aquél que recrea la realidad para nosotros, que, limitados a nuestro ámbito no podemos conocer todo lo que sucede fuera de éste. Por ellos, nos informamos desde la evolución de las bolsas de valores en el mundo hasta de los resultados deportivos de toda índole y de cualquier hecho o acontecimiento relevante o no, tanto a nivel nacional como internacional. Nos cuentan que y como sucedió, y aún, dentro de una información veraz, efectiva y concisa, pero que, al agregar en ocasiones juicios de valor, se transforman, de hecho, en formadores de opinión. Por eso mismo, asumen una enorme responsabilidad, cuando, como en los casos comentados, particularmente en el referido al señor Víctor Hugo Morales, aprovechan su situación privilegiada ya no para apoyar el desarrollo de una sociedad, sino para inducirla al atraso, al deterioro y al odio.

La UNESCO, ha planteado como una necesidad para el oficio periodístico, el aprobar un Código de Ética, el que ,en su numeral 6 , establece la obligatoriedad del respeto a la vida privada y a la dignidad de las personas…”el respeto a las leyes sobre difamación, calumnias y las insinuaciones maliciosas, hacen parte integrante de las normas profesionales de los periodistas

El maestro Vaz Ferreira, si bien crítico en cuanto a la resistencia de la prensa (y los periodistas) a reconocer el error o la inexactitud de lo publicado, aceptaba que la prensa “es un bien, un inmenso bien. Es apostolado, sacerdocio, cuarto poder, pero los bienes que la hacen tal, no pueden separarse de ciertos males, que es necesario estudiar, para saber si es posible evitarlos o, al menos atenuarlos”

Sostuvo, que ante la prensa sentía terror o “espanto” porque cualquiera puede, por ejemplo, levantar reputaciones o hacerlas pedazos con la mayor facilidad”. “La moral de la prensa es una moral delicadísima” Porque el que dispone de un poder semejante, se encuentra en una situación especial y por ello, contrae deberes también especiales” (Moral Para Intelectuales)

Sin duda son distintas situaciones, la de una categorización o generalización calumniosa y agraviante del Señor Víctor Hugo Morales y la de una especie de canción sorna de burla y ofensa innecesarias, vinculadas a lo que es, nada más, que un juego.

No pretendemos dar consejos a nadie, sólo queremos manifestar nuestro “espanto” ante quienes, abusando de su situación privilegiada y “dueños” de una audiencia cautiva, inimaginable para Vaz Ferreira, deberían moral y éticamente contribuir a la formación de la sociedad que integran, para que ella sea demócrata respetuosa y, sobretodo, tolerante.