Venezuela y el Progresista

Decididamente, los Jefes de Estado miembros del Mercosur y a los del ámbito más ampliado de la Unasur, hace rato que han perdido todo atisbo de vergüenza, de decoro, de dignidad. Lo habían demostrado sin equívocos, cuando suspendieron a Paraguay, por atenerse estrictamente a un proceso —bueno o malo— absolutamente constitucional. Confirmaron la desfachatez con el ingreso por la ventana de Venezuela al Mercosur y ni una voz se alzó, a nivel presidencial, para objetar tamaña ilegalidad.

Ahora, ante lo que el mundo entero presencia en Venezuela y que ha valido la censura de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA; la de Human Rights Watch y alguna más; los señores Jefes de Estado o miran para arriba (Bachelet, Humala, Santos, etc.) cuando no apoyan directamente la acción criminal de la banda de Nicolás Maduro (Morales, Correa, Mujica, etc.).

Y el que aparece trasnochado, es el ex presidente chileno Sebastián Piñera, que cuando ejerció la primera magistratura, se hizo el distraído para no chocar con la mayoría populista sudamericana y ahora pide acciones contra Caracas.

Imaginemos por un momento, el escenario siguiente: el gobierno de Paraguay tiene tras las rejas al líder opositor desde hace un año, destituyó a una parlamentaria electa por el pueblo y culmina encarcelando al Alcalde de Asunción, luego de haber vaciado de poder económico y político a su Alcaldía, para la cual había sido electo en forma impecable, sin ninguna acusación de fraude.

¿Qué pasaría en la región? Hubiésemos asistido al espectáculo de ver bajar en el aeropuerto internacional de Asunción, uno tras otro, a los presidentes de la Unasur y uno tras otro, estaría haciendo declaraciones grandilocuentes de apoyo a la cláusula democrática y censura al gobierno paraguayo, aplaudidos a rabiar por la foca número uno del populismo autoritario: el secretario general, Ernesto Samper.

Eso, posteriormente a una reunión de urgencia del Mercosur, en la cual se habría resuelto suspender al Paraguay, en aplicación de esa sacrosanta cláusula pero del Protocolo de Ushuaia.

Asimismo, seguramente Michele Bachelet y Dilma Rousseff (sin CFK, a la cual solamente le interesa ver cómo zafa de las acusaciones, utilizando jueces como Rafecas) habrían convocado indignadas al Consejo de la OEA, para que se expida sobre el atropello paraguayo a la institucionalidad municipal. En tanto que el candidato Luis Almagro (mudo con Venezuela), estaría dando reportajes para hablar de la gravedad de la opresión paraguaya.

Ese escenario surrealista, pudo perfectamente ocurrir, pero lo que sí pasó es que, fiel a los principios que han regido su comportamiento a través de los años, el Frente Amplio uruguayo, rememorando emocionado, seguramente con las lágrimas de Lorier, el telegrama de apoyo a Ceaucescu, ha emitido un comunicado ante la situación de Venezuela, que es un modelo de tartufismo, de doble moral, de desprecio a la democracia y de cobardía: no se anima a decir lo que en el fondo piensa y eso es que los derechos humanos solamente los violan los regímenes de derecha. Nunca los populismos autoritarios, que están muy por encima de la moral burguesa y decadente.

Ahora hay que decir que la barbaridad frentista es de tal magnitud que ha hecho aparecer algunas diferencias en sus propias filas. Así, integrantes del Frente Líber Seregni, las manifestaron con el enfoque de la declaración del Secretariado.

Y como será la cañada que hasta Esteban Valenti la pasa al trote, asegurando que “la escalada represiva en Venezuela es muy peligrosa para la democracia" y que "no se puede tener dos morales democráticas". Además, que "la primera obligación al diálogo y a la búsqueda de la convivencia la tiene el gobierno de Venezuela".

El súmmum de las contradicciones progresistas es que el senador y vicepresidente del FA, Rafael Michelini es vicepresidente de la Internacional Socialista (IS), que en Uruguay integran el Nuevo Espacio y el Partido Socialista, y que este organismo realizó un “vehemente llamado a la inmediata liberación de todos los presos políticos” en Venezuela. Pidió “detener la persecución y represión por parte del gobierno y la erosión de las instituciones y el orden legal del Estado”.

La IS termina afirmando que “rechaza y condena estas políticas inaceptables y represivas del gobierno de Venezuela, que arrojan a los ciudadanos venezolanos a la indefensión y a una vuelta atrás en la historia, cuando hoy lo único aceptable en todas partes es la democracia y el respeto de las libertades y derechos de todos los ciudadanos por igual”.

Y como no podía ser de otra forma, al coro de los turiferarios maduristas se sumó nuestro entonces presidente José Mujica, refiriéndose a Venezuela en un vaivén muy “mujiquista”, donde entre otras cosas, aseveró: "la autodeterminación y la no incidencia en asuntos de otras sociedades sigue siendo un principio que hoy se ha transformado en un papel pintado en un mundo globalizado a tal punto que prácticamente las injerencias brutas o solapadas son moneda corriente en el mundo en que nos toca vivir".

Así se aferra —como otros populistas— al concepto de la no-intervención, cuando los Estados han acordado en diversos instrumentos internacionales, que el ámbito de los derechos humanos ha dejado de ser estrictamente interno, situándolo en la esfera internacional y dando lugar con ello, al desarrollo, consolidación y fortalecimiento, del Derecho Internacional Humanitario. Y, además, es un principio que los progresistas no respetan cuando no les conviene (v.g. Honduras o Paraguay).

Por otro lado, expresó que el gobierno venezolano, “en la medida que ejerce algún grado de represión, inevitablemente se cometen errores”. Por lo visto a Mujica le parece que haber dado al ejército la orden de disparar sobre la multitud y matar de un balazo a un joven de 14 años cuando se enfrentaban estudiantes y fuerzas de seguridad, no es un crimen, es un error.

Y como siempre tiene que sorprender con alguna originalidad, agregó: "El problema que puede tener Venezuela es que nos podemos ver frente a un golpe de Estado de militares de izquierda, y con eso la defensa democrática se va al carajo". Primero, tendría que estar encantado —como lo estuvo el FA en épocas de Juan María Bordaberry— que militares de izquierda den un golpe. Y segundo, ¿en qué quedamos? ¿Maduro no representa la izquierda, el progresismo? ¿Cómo le van a dar un golpe militares de esa línea?

En síntesis, la posición del ex presidente y la oficial del FA son increíbles ya que muchos integrantes de ese conglomerado, empezando por el propio Mujica, fueron encarcelados y pudieron aquilatar el valor que tiene la Justicia en un régimen que no da garantías. ¿No se dieron cuenta que los argumentos de la confabulación internacional que denuncia Maduro, son los mismos que las dictaduras del Cono Sur blandían de “conjura del marxismo internacional”, para encarcelar opositores?

Y la diferencia entre Venezuela y el Uruguay es que, en su momento, Venezuela apoyó a todos los perseguidos por la dictadura uruguaya y acogió a miles de ellos. El Uruguay frenteamplista es, además de obtuso y sectario, profundamente desagradecido.

Adolfo Castells Mendívil (Búsqueda, 5/3/2015)



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