Correo de los Viernes - Una generación perdida, responsabilidad de todos.

Una generación perdida, responsabilidad de todos.

Por Jorge Ciasullo

Cuando nos preocupamos por el resultado de las pruebas PISA, y los comparamos con países desarrollados, nos estamos olvidando que en ellos se trasmiten y enseñan valores que se inician en su casa, continúan en todo el período estudiantil, y se inculcan desde los gobernantes.

En estos días, la sociedad se ha sentido conmovida y sensibilizada por dos hechos, si bien muy distintos, ambos en cierto modo relacionados o vinculados en cuanto a la pérdida de valores que van, desde el valor de la vida, pasan por la formación intelectual, hasta al ganar dinero en forma honesta.
En orden cronológico, el primer hecho, fue el asesinato de un ciudadano que pretendió evitar un asalto, sucesos que se repiten, en todo el Uruguay, ya sea por robar “un trapo” (bandera del equipo de fútbol rival), por “ajuste de cuentas”, o porque “algo habrán hecho” al decir del ministro Bonomi.

El segundo hecho, fue el accidente del Dr. Jorge Batlle. Nuestro lector se preguntará: ¿Qué relación pueden tener ambos hechos? La tienen, porque el día del accidente, el Dr. Batlle pronunció un discurso de más de una hora, dedicando la mayor parte del mismo, al estado de la educación en nuestro país, manifestando su preocupación, como lo ha hecho en forma reiterada en los últimos tiempos, en cuanto al nivel en que ella se encuentra.

Muchos de los integrantes de la llamada tercera edad, descienden de inmigrantes, como quien esto escribe, que vinieron, en su mayoría, a buscar un futuro mejor para ellos pero sobretodo para sus hijos. También, en su mayoría, en base a trabajo y esfuerzo lo lograron, sin dejar muchas veces de ser personas humildes pero honestas en todo sentido, todo ello basado en la trasmisión de valores logrando hijos y luego nietos, formar la gran clase media uruguaya.

¿Qué ocurre hoy con ese quintil de la población sumergido en la pobreza? Desde que gobierna el Frente Amplio, han sido beneficiarios de distintas ayudas sociales. Como se sabe, ellas van desde asignaciones para enviar a sus hijos a centros de estudio, tarjeta para compras de alimentos, construcción de viviendas, seguros indeterminados de desempleo, canastas de alimentos, una garrafa de gas por mes, etc. Todo lo cual apoyamos, pero en base a contrapartidas, hecho que no ocurre con situaciones en todos los casos, demostrativas de un enorme fracaso.

Algunos ejemplos de lo que afirmamos:

Asignación por estudios. Se han denunciado miles de casos en que los progenitores las perciben pero no cumplen con la obligación: enviar sus hijos a centros de estudios;

Tarjeta para compras de alimentos, excepto alcohol y cigarrillos. Se sabe que es canjeada por valor en efectivo en el centro de compras barrial, por hasta un 30% menos de su valor. Con el dinero en efectivo se adquiere alcohol, cigarrillos y droga.

Construcción de viviendas. Fieles a la consigna de convivencia e integración, el Frente Amplio, han construido 60 y está por terminar 60 más en Carrasco Norte, para 120 familias de las 550 que viven en el asentamiento de Acosta y Lara. Algunos de los beneficiarios intentan convivir y actuar conforme a elementales normas de respeto. Otros, siguen como si fueran perseguidos por la sociedad: agreden física y verbalmente, asaltan y roban, agreden también con músicas estridentes las 24 horas del día, asaltan, arrojan todo tipo de objetos a los jardines y casas de quienes son sus vecinos. En definitiva, en lugar de convivencia e integración, se genera un rechazo mutuo.

¿Por qué el fracaso? Porque desde el gobierno se ha fomentado desde una ideología de igualar para abajo, la cultura del engaño y de la estafa, donde es igual estudiar que vagar.

El niño lo percibe en su casa, cuando el o los padres obtienen “ayuda” del estado a cambio de nada, cuando agreden y desprecian a sus maestros, cuando no observan una cultura de trabajo y de esfuerzo.

Cuando en los colegios bajo el lema de no estigmatizar, no se premia al mejor alumno y compañero, no se premia el esfuerzo, el abanderado será uno, no el mejor. Ese uno al que no se le contabilizan los días de ausencia sin motivo, que no se le toman en cuenta las faltas ortográficas y que pasa de año basado en presentar mejoras estadísticas y no de premiar el esfuerzo, la conducta y los conocimientos.

También se valoriza el engaño y el fraude cuando, nada menos que el Vicepresidente de la República, sostiene en un juzgado que “no es licenciado, pero se siente licenciado”. Cabría preguntarle al Señor Raúl Sendic, si en caso de tener que ser sometido a una cirugía simple lo haría frente a alguien que “se siente” médico cirujano.

En países serios, quien así actúa, adjudicándose algo que no le pertenece (robando) es condenado social y políticamente, así ha ocurrido por ejemplo, en Alemania, España y México. Baste recordar al Ministro de Defensa Alemán, Karl Theodor zu Guttenberg de 39 años, con un 70% de aprobación a su gestión, a quien la Canciller Ángela Merkel describió como “un hombre de condiciones políticas extraordinarias”, considerado como su sucesor , fue obligado a renunciar, por haber sido acusado de plagio en su tesis doctoral.

En definitiva, está bien que nos preocupemos de los conocimientos que no se tienen, en ciencias, matemática o comprensión lectora, pero parece llegada la hora de preocuparnos en todos los ámbitos de enseñar y trasmitir también valores morales. Tal vez así, solo tal vez, salvemos a la generación de niños que hoy comienzan sus estudios. Otros, lamentablemente, ya están perdidos.