Un fracaso que avergüenza a toda la sociedad

Por Jorge Ciasullo

El Instituto Nacional de Inclusión Social y Adolescente (Inisa) está en el ojo de la tormenta, por denuncias de todo tipo: infraestructura inadecuada, violaciones, robos, castigos desmesurados, son el pan de cada día, y lo peor es que no hay posibilidades cercanas de cambio alguno.

La prensa, en los últimos días, ha publicado una ínfima parte de las distintas denuncias que se han hecho –la mayoría están en etapa sumarial y son confidenciales– que revelan el maltrato y el horror que les toca sufrir a los menores infractores en los distintos centros de reclusión.

Al frente del Inisa, está la psicóloga Gabriela Fulco, la que, entrevistada por el diario El País,  sostuvo que “lo que fue un infierno ha terminado”; “no ha habido 4 suicidios desde 2016 a enero 2018 sino que fueron 3”( nos quedamos tranquilos); “Sí, hubo denuncias de malos tratos pero no son tan graves” (13.03.2018).

En otra entrevista, reconoció que están siendo investigadas “irregularidades de corte administrativo” y “presunción de hechos de maltrato físico” (Informativo Canal 4 -.12.03.2018).

En la entrevista que mencionamos anteriormente y en otras realizadas por radio y tv, sostuvo los mismos argumentos, sin presentar, en ningún caso, resultados concretos de su gestión, en ningún sentido, desde el edilicio hasta la selección y capacitación de personal y mejoras de infraestructura. En este último aspecto, se han destinado 600 millones de pesos para sustituir la actual Colonia Berro –en los últimos 3 años se anunció en 4 oportunidades su cierre definitivo– si esta vez fuera así, creemos que no bastará,  aun si se construye  un centro  “5 estrellas”, si ello no es acompañado por una reestructura total del organismo, orientada a la recuperación  de los menores infractores.

Según la Real Academia Española (RAE) La acción de reeducar, es un conjunto de técnicas o ejercicios para recuperar las funciones normales de una persona, que se ha visto afectada por cualquier proceso.

Sostienen todos los especialistas, que en el proceso de reeducación de los menores infractores deben cumplirse tres premisas:

Diagnóstico: se debe tener conocimiento de la situación social y familiar de cada menor, por ejemplo, si proviene de una familia donde la violencia y el delito son una constante; si se trata de un menor que ha cometido un delito en una situación extraordinaria; si el menor tiene adicciones o problemas psiquiátricos,  etc.  En una palabra, cada caso es un caso, o al decir de Aristóteles, hay que tratar desigual a los desiguales.

Infraestructura adecuada al fin que se persigue, desde las instalaciones sanitarias, la limpieza del lugar, educación formal y capacitación

Recursos humanos. Es este aspecto, en los procesos de reeducación,  tal vez el más importante y tan es  así, que la Señora Gabriela Fulco al asumir como Presidenta del Inisa declaró:

“Uno de los ejes va a ser la capacitación y el reciclaje de todo el personal, que debe estar alineado a la gestión. La Unión Europea nos va a entregar un informe sobre los perfiles que corresponden a cada una de las tareas del sistema. Y ahí vamos a revisar todos los recursos humanos para mejorar lo que es la distribución y asignación de tareas. A eso hay que sumar capacitación permanente y continua, y controles de cada una de las tareas” (Diario El País 15.05. 2015).

Es aquí donde nos da la impresión que está el meollo de la cuestión, toda vez que la propia Gabriela Fulco, fue cuestionada por sus actuaciones como psicóloga del Ministerio del Interior (La Red- 21/07/2003).   En cuanto de los 760 trabajadores de los que no hay información completa de su formación, capacitación y antecedentes, se ha registrado que 111 no terminaron ciclo básico, 70 hicieron sólo escuela y 3 no terminaron primaria.

Los organismos internacionales recomiendan que los trabajadores de estos centros además de capacitación especializada, no deben tener ningún antecedente, se trate de una falta o  delito.

Sería interesante conocer que se ha hecho de lo anunciado en el sentido de capacitación del personal, por los resultados, no parece que exista motivación alguna, incluso si se observa, por ejemplo, que el ausentismo de los trabajadores, ronda el 13%.

En definitiva, ante esta situación  donde los centros de reclusión de menores infractores son un depósito de seres humanos, que  en ciertos casos  son denigrados, golpeados, amenazados, cuando no violados, con el único objetivo que cumplan su reclusión parta liberarlos y liberarse de ellos, sin tareas reeducativas de ninguna especie y menos aún de seguimiento -que se recomienda entre 1 y 3 años-   los que, una vez reintegrados a la sociedad, probablemente,   salvo un milagro , están condenados a la reincidencia.

El Inisa ha fracasado rotundamente en su obligación y cometido.



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